Harakiri

Mira por dónde, Sánchez cogió el fusil y le dio a Rajoy algo así como un baño de realismo. Cuan martillo pilón, el líder del PSOE fue demoliendo sin prisas pero sin pausa una España que, a tenor de lo que dicen las encuestas, solo cubre las expectativas del propio líder del PP

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No digo yo que el relato sobre la recuperación económica que ofreció Rajoy en el Debate del Estado de la Nación fuera totalmente falso. Hay datos, como los de crecimiento económico, que sitúan a España junto a Alemania a la cabeza de la Eurozona, que son irrefutables. Sin embargo, todos los portavoces parlamentarios, casi sin excepciones, le dieron a Rajoy hasta en el carné de identidad, rebajando así, a base de leña al mono, su euforia inicial. Especialmente dura resultó la intervención de  Pedro Sánchez, que cogió medio adormilado, con el pie cambiado, al presidente del Gobierno. Normal. Rajoy esperaba al blandiblue que sus escribanos y voceros de cabecera llevaban siete meses descalificando, con la ayuda inestimable de eso ‘diputados críticos’ que ejercen el oficio de ‘quintacolumnistas’. O quizás pensaba que enfrente tendría al interino que la cofradía trianera pretende mandar por tabaco en julio.
Pero mira por dónde, Sánchez cogió el fusil y le dio a Rajoy algo así como un baño de realismo. Cuan martillo pilón, el líder del PSOE fue demoliendo sin prisas pero sin pausa una España que, a tenor de lo que dicen las encuestas, solo cubre las expectativas del propio líder del PP, que está encantado de conocerse. Y también se presentó como un político “limpio” de mangancias vitaminadas ante un presidente del Gobierno que está cortito de credibilidad a la hora de pedir más esfuerzos a los españoles. Sobre todo, no parece muy presentable que quien ha sido presidente también de Bárcenas y de la caja ‘b’ del PP, nos venga ahora con el cuento de que “Hacienda, somos todos”. Pero la estocada final de este debate, donde Sánchez ha ganado dentro y fuera de su partido al haber demostrado que ni es un blandiblue ni un interino, fue más bien un harakiri del propio Rajoy. Y me explico: tras reprocharle Sánchez al Gobierno –citó a varios ministros- que se había dedicado durante estos tres años a descalificar a todo aquel que no asumía sus políticas, Rajoy, que se despertó de la siesta con la primera intervención del líder del PSOE –eso tiene mucho mérito-, perdió los papeles y se lanzó al cuello. Ensoberbecido y cabreado, le espetó como si fuera el dueño del cortijo: “No vuelva usted aquí a hacer y decir nada”. Y remató con una descalificación superlativa, marca de la casa, nacida de la misma mala baba que su Gobierno ha derrochado contra la mayoría de la sociedad española: “Ha sido patético”.

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