Una de agallas

A Susana no le cabe otra que lograr la mayoría absoluta o abonarse a la gran coalición con el PP, que pediría la devolución del favor tras las legislativas de 2015 si a Rajoy le hiciera falta

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De la secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, se podrá decir lo que sea –que solo le importa ella, que es una simple fontanera política cuya única virtud es el manejo diestro de la llave del dos, que gobierna a empujones, que el proyecto que tiene para Andalucía es una incógnita, que le gusta más una conspiración de mesa y mantel que a un tonto un lápiz, que etc.-, pero ya nadie le podrá reprochar la falta de agallas, algo que los susanólogos más reputados cuestionaban.

El adelanto de las elecciones andaluzas al 22 de marzo es una demostración de agallas. Las excusas exhibidas para romper el Gobierno de coalición son tan pobres –sobre todo esas que versan sobre la radicalización de IU y la pretensión de Alberto Garzón de confluir con Podemos-  que la decisión solo puede entenderse dentro de la lógica del ordeno y mando.

Es verdad que, de entrada, deja achicharrado el terreno de los acuerdos poselectorales del PSOE tras las andaluzas y las municipales, sobre todo con IU y Podemos. Pero no es menos cierto que ha cogido a todos con el pie cambiando: la coalición de Maíllo parte con las encuestas peores de toda la legislatura; Podemos está a medio construir en Andalucía, y  el candidato del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla,  está necesitado aún de uno o dos hervores para alcanzar la condición de campeón de Javier Arenas.

El PSOE-A, por su parte, parte con encuestas que lo sitúan al borde de la mayoría absoluta, está permanentemente engrasado para cualquier cita electoral y tiene a Susana Díaz, una lideresa en toda regla que atesora muchas de las virtudes que, por ejemplo, posee la lideresa madrileña del PP, Esperanza Aguirre.

Entre otras, ambas dos tienen el colmillo retorcido y se mueven como pez en el agua en el fecundo terreno del populismo electoral. Gusten o no, saben entrarle a la gente y quedarse con ella, se manejan con desparpajo ante los medios y no dudan en mentir. Con todo, a Susana no le cabe otra que lograr la mayoría absoluta o abonarse a la gran coalición con el PP, que pediría la devolución del favor tras las legislativas de 2015 si a Rajoy le hiciera falta. Si no, la lideresa andaluza va a tener que sudar la investidura hasta bien entrado el mes de junio y, cuando lo logre, se tendrá que enfrentar a una legislatura de pinza y muy señor mío. En fin, lo dicho: muchas agallas, muchos ovarios hacían falta para adelantar las elecciones, y Susana lo ha hecho.   

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