Los artistas locales Garcés y Borrego exponen en la Galería Passage de Ayamonte

La muestra podrá contemplarse hasta el próximo jueves, 11 de junio

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  • Autores de la muestra -

En esta ocasión la exposición era compartida. Passage había inventado, o mejor dicho, había hermanado de manera discreta a dos artistas. Distantes en el tiempo y en el estilo, pero idénticos en las ilusiones y las temáticas. Juntos en muchas ocasiones frente a escenarios reales, con caballetes y paletas dispuestas a interpretar esos paisajes o esas marinas tan de Ayamonte.

Pepe Garcés y Emilio Borrego hijo exponen frente a frente, en una galería que de esto sabe mucho. Ambos son novicios en lo de exponer, y ambos se reencuentran con los pinceles desde hace poco tiempo. Pero aquí están, sorprendiendo y arrancando exclamaciones de admiración.

Pepe Garcés se enfrentó a su primer lienzo hace más de 50 años, y lo hizo de la mano de un gran pintor, Ángel Guerrero. Pintar al natural era su obsesión, su referencia. Autodidacta, creador por sí mismo de los colores y la distribución sobre el soporte. Dibujante de precisión. Carpintero de renombre y tallista de una enorme personalidad. Admirado por obras como el retablo de la Bella de Lepe o el del Mayor Dolor en Ayamonte, así como el paso del Cautivo o el del Angelito o restaurador y dorador del Caído, todo obras de Ayamonte.

Y desde hace unos cuantos años, compañero junto a Esury, Rasco o Borrego de salidas al campo para recrearse con el natural. Enamorado de las huertas del entorno de la ciudad, la de los Palos o los Naranjos. Con obras que cuelgan en la exposición y en la oficina de su carpintería. Pinta al óleo, sobre lienzo, justo de color pero preciso de geometría, nunca emborracha de pintura la obra y se evade de clasificación de estilos, se desenvuelve por igual entre ese realismo y aquel impresionismo. Pero es cierto que escapa a la figura humana, nunca la lleva al lienzo.

Y junto a él, el hijo de su amigo y maestro, Emilio Borrego. Nacido a la pintura bajo el paraguas de su padre y sin embargo jamás ha recibido una lección de color, composición o equidistancias. Y como hizo Pepe, dejó los pinceles para volver a retomarlos hace un par de años, cuando la llama del taller ‘La Escalera’ de la ciudad fronteriza llamó a la puerta de su inquietud. Sus amigos de la infancia le han despertado de nuevo la curiosidad por manchar lienzos. Por compartir habitación y olor a aceites o aguarrás. Ángel, Arturo, Pablo o Galán le están empujando por la senda de la creatividad del color. Entre las cuatro paredes está trasmitiendo lo que el entorno y la naturaleza le inspiran. Las salidas al campo, los certámenes de pintura rápida, los cursos con modelos al natural le están no solo despertando los sentidos sino agrandando su concepto creativo.

Emilio se recrea en el paisaje, en la marina, y sin embargo no soba el cuadro con excesivas manchas. Simplifica todo lo posible y luego deja el cuadro reposar. Pero abusa de los colores fuertes, provocadores, los que podríamos definir como transgresores, que sin embargo quedan magníficos en el lienzo.

La viejas pateras de madera apenas se ven, las traíñas ya no existen, ahora son paisajes de puertos deportivos, de fuerabordas. Como dice Pablo Lanuza “uno es hijo de su tiempo”, pinta lo que ve y donde vive. La imaginación en este caso es pura realidad.

Galería Passage dará cobijo a esta muestra hasta el próximo jueves, 11 de junio.

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