Miguel Poveda se ha subido este sábado al escenario del III Festival de Música de La Antilla, para protagonizar un recital de casi tres horas de duración, que ha tenido un prólogo solidario, y en el que ha puesto sobre la mesa lo mejor de su arte en todos los sentidos.
Antes del concierto, Poveda ha aprovechado la prueba de sonido para recibir a los integrantes de ASPANDLE (Asociación de Padres de Niños con Discapacidad de Lepe), con los que se ha fotografiado para ayudarles en su calendario solidario para 2015.
Ha compartido, así, un rato de sosiego con unos niños que precisan su ayuda para este fin, y cuatro horas después ha aparecido sobre el escenario del Festival para poner sobre las tablas todo lo que ha podido, ante un auditorio lleno y entregado al artista.
Y es que, como el propio artista ha recordado desde el escenario, "en los tiempos que corren, que haya gente que se gaste dinero en una entrada para ver a su artista, es de agradecer", y lo ha agradecido con un derroche de música, tanto en orquesta para sus temas más comerciales, como acompañado a la guitarra para interpretar tangos, alegrías o bulerías.
Y no ha estado solo: Esperanza García y Maximiliano le han acompañado en distintos momentos de la noche, mientras que Arcángel, Alicia Gil, El Negri y Fran Paredes, estaban entre el público, y han protagonizado un fin de fiesta inesperado para los fans de Poveda.
Todo, en un espectáculo que ha iniciado con riguroso traje de chaqueta, con chalequillo interior, que se ha quedado sin chaqueta cuando, al final del sexto tema, el flamenco ha hecho acto de aparición sobre el escenario.
De hecho, aunque el flamenco, sobre todo el más purista, es la parte menos conocida para el gran público, ha sido la más seguida por un auditorio que ya se ha convertido en habitual de los conciertos del catalán, que incluso ha tenido el detalle de dedicar su actuación a una de sus fans onubenses, Laura Cortés, "que cada año cuenta los días que faltan para volver a escucharme cantar".
Tres horas de un concierto, además, aderezado por el ingrediente añadido de que el festival se celebra a escasos metros del Atlántico onubense, y se ha asentado con el paso del tiempo como un aliciente cultural más para el verano onubense, con artistas ya en su historia como Paco de Lucía o Raphael.
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