El jardín de Bomarzo

Estimado P

Movido por todo lo que a diario escupen los espacios informativos me he decidido, reflexivo como quien imaginariamente paseara junto a ti recordando cosas bajo la gris sombra amurallada

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“PPH. Centro Penitenciario Puerto 3. Crta Jerez-Rota, km 6. 11500.
El Puerto de Santa María”
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Movido por todo lo que a diario escupen los espacios informativos me he decidido, reflexivo como quien imaginariamente paseara junto a ti recordando cosas bajo la gris sombra amurallada, a escribir la presente y hacerlo ni como quien te profesa admiración incondicional ni, por el contrario, como quien se postula radical detractor. Soy de la generación que no cuenta con la memoria histórica del Jerez de las bodegas y las casetas de feria vetadas al pueblo, esa que en su juventud sabía que en Jerez mandaba un alcalde sin la ayuda de casi nadie y la ciudad evolucionaba y crecía sin percatarse de los cambios. Muchos hubo, justo es decirlo. Parece como si el circuito siempre hubiera estado ahí, pero antes de 1985 aquello era campo; el Villamarta en 1995 era un teatro cerrado, ruinoso; los parques empresariales o la ciudad del transporte eran eriales en los 90 y hasta el 2004 fue un solar lo que hoy es el campus universitario; fue en 2002 cuando la ciudad dejó de estar dividida por las vías del tren. La misma grandeza de la Feria del Caballo, envidiada hoy hasta en Sevilla, luce como lo hace porque tu cabezonería se empeñó en que así fuera con diversas remodelaciones que la han hecho estéticamente única y reflejo fiel del pueblo que la pisa.

Se te criticaron las rotondas o la peatonalización de calle Larga, diseños urbanos que ahora son comunes en todas las ciudades. Jerez estaba en el ranking de las ciudades con más metros cuadrados de zona verde y, de hecho, obtuvo premios a la ciudad más limpia, fue pionera en políticas de igualdad y género, en actuaciones de modernización administrativa y de participación ciudadana. En definitiva, la transformación de la ciudad llevó a que los jerezanos se sintiesen orgullosos de serlo y, de ahí, aquel “me encanta Jerez”.

Los que te conocieron cuentan que ya en los setenta se te veía correr por las calles y cómo al salir del gimnasio te ibas a hacer política en la clandestinidad hasta que con 29 años lograste ser alcalde. Más tarde vinieron los años de la reconversión de la vid, entre 1986 y 1996, que provocó la pérdida de 5.000 puestos de trabajo; durante la huelga te pusiste al lado de los trabajadores, instalaste casetas en las puertas de todas las bodegas de Jerez para que los piquetes comieran y durmieran durante los 59 días de paro. A muchos de los despedidos les diste trabajo en el ayuntamiento, a dedo, por entonces aquello procedía, no era motivo de cárcel como hoy lo es y ese fue el inicio de una situación municipal insoportable. Pero entonces valía, de hecho el pueblo te refrendó en sucesivas legislaturas con mayorías absolutas, ese mismo pueblo que en 1986 salió a la calle para protestar por la sentencia que te condenó por tu famosa frase “la justicia es un cachondeo”, el mismo que, diecisiete años después, te retiró el voto. En la web del Parlamento europeo figuras por tu paso como parlamentario y tu labor en las comisiones europeas de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural y de Juventud, Cultura, Educación, Medios de Comunicación y Deporte, o en la Delegación para las relaciones con la URSS. Dicen que tu caída se inició con el destierro del Xerez a Sanlúcar, dio igual que desde el ayuntamiento subvencionaras al club con varios millones de euros al año, se produjo entonces tu segunda manifestación multitudinaria, pero esta vez en tu contra. Tal vez tu actitud altanera, dictatorial, prepotente, tu colección de corbatas de Loewe, tus recepciones en la bodeguita o comidas, con muy selectos vinos, en el reservado de tu casa en Divina Pastora, las asiduas compras elitistas reflejo de un momento sibarita extremo en el gourmet y algunas amistades no recomendables te fueron alejando de los ciudadanos, provocando, además, el rechazo y la huída de algunos estrechos colaboradores de tu gestión política. El poder, durante 24 años, te instaló dentro de su burbuja con la deformación de la percepción de la realidad que produce, siempre alimentada por el círculo de interesados cortesanos cuya subsistencia depende de que el poderoso no salga de ella. Luego llegaron las alcaldesas y tu resistencia a no retirarte a tiempo. Gran error. El año pasado reconociste algo tremendo: “Estoy sólo porque soy un memo, un ingenuo y al final te quedan los amigos de siempre, los de verdad, los que no te dan una palmadita en el hombro”, debías llevar razón, pero te diste cuenta muy tarde. Estás en prisión por contratar ilegalmente durante un año y medio a dos amigos que, según cuentan, ahora ni te hablan. El mejor alcalde para unos, el más repudiado para otros. Tu trayectoria bien puede ser un ejemplo a tener en cuenta para la clase política, por lo bueno y por lo malo, por los errores y por los aciertos, por los estragos de ese poder que atrapa y que destruye si no se le sabe medir, calcular, abandonar a tiempo.

Repasando la hemeroteca, ahí están tus enfrentamientos con la Junta y con el Gobierno en defensa de diferentes inversiones, o petición de ayudas para el Circuito o para que Jerez tuviese un tratamiento especial por su extenso territorio y mundo rural. Tu insolencia: “El Presidente Rodríguez de la Borbolla es un gilipollas que tiene el culo torcido de tan gilipollas que es”; “Guerra es un soplapollas”; “el Presidente Chaves es un vago, inútil y un cobarde”, o cuando “Felipe González y Aznar, la misma mierda es…”. Demasiados enemigos. En 2003: “Creo que a IU, PP y PSOE los votantes les darán un severo correctivo en las urnas. Lamento, especialmente, el caso de IU, y que un par de irresponsables hayan tirado por tierra el trabajo honesto que han hecho los dos miembros del grupo municipal. Lo probable es que desaparezcan en las elecciones. Respecto al PP, están intentando que el chapapote enfangue toda la vida política y en Jerez tenemos a la extrema derecha, al sector más cavernícola. El PSOE no cuenta; no tiene voz propia y actúa por delegación de lo que le manden en Sevilla”; “La judicialización de la vida política en Jerez se ha convertido en el pan nuestro de cada día.” En 2008, “con tantas falsas promesas, demagogia y rebajas fiscales que hacen los dos principales partidos, PSOE y PP, no es de extrañar que la gente se desencante”. En 2012: “La ciudadanía andaluza y jerezana necesita dobles planes: planes de estímulo para la economía y para frenar esa sangría del paro y otro plan para incentivar y animar a la población, para hacerle ver que si no hay una respuesta de la sociedad civil y una acción colectiva, no conseguimos salir de este atasco”. Buena parte de estas frases podrían aplicarse a hoy.


No sé qué cara se te queda cuando, desde tu impoluta celda, ves en la pequeña tele que tienes a Bárcenas libre, esquiando en la nieve, a Pujol paseando con su esposa, a Rato aún con coche oficial y escolta, a tantos otros que por mucho más pagan menos, algunos nada. Cuando lees el dispendio de los EREs, con Chaves resistiéndose a dimitir pese a los empujones que ya le dan los suyos. No sé qué sientes cuando te cuentan cosas del momento político de este Jerez que un día creíste tuyo y que por él y por sus cosas te ha llevado adonde estás, justa o injustamente, cuando ves las resoluciones judiciales de Pilar Sánchez, seguramente arrepentida de propiciar la situación en la que te encuentras viendo lo que a ella se le puede avecinar; me intriga la perspectiva que de todo te queda tras la soledad del confinamiento. Entrar en prisión debe ser tremendo, no me siento capaz de juzgar a nadie, me asusta pensar que la justicia no es igual para todos y de eso, y de todo lo que te parezca, quisiera saber si oportuno entiendes contestar a esta carta para publicar aquí mismo tus reflexiones. Cederte mi sitio es lo que puedo hacer e intuyo que a muchos gustaría leerte aquí.

Tus amigos aseguran que siempre fuiste como el ave Fénix; se me antoja tal vez hoy un pájaro cansado de volar, desplumado por quienes se sintieron agredidos alguna vez por ese verbo envenenado tuyo, perdido por dejarse arrastrar por corrientes equivocadas y, también, orgulloso de tanto cielo surcado. Pero ahora enjaulado y, seguramente, triste y solo, que es como terminan todos los líderes caídos.

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