Cádiz

Un trocito de Cádiz vive en Camerún

La misionera Isabel Fernández dedica su vida a la población de Bicop, donde ha aprendido "el valor de la vida y a ser solidario"

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Coincidiendo con la celebración del Día del Domund,  dedicado a las misiones, Isabel Fernández publicaba en Youtube un vídeo donde  repasaba su historia como religiosa de la comunidad de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús y su vida en la pequeña misión en el poblado de Bicop, en Camerún, en el medio de la selva.  Cada día se enfrenta a situaciones “difíciles”, a una corta esperanza de vida, a enfermedades como el paludismo o el Sida y a unos niños a los que les cuesta mucho llegar a los cinco años.

Así lo cuenta en su vídeo esta joven de 41 años. Gaditana -que cursó sus estudios en las Esclavas de Cádiz- y médico, ha vivido en diferentes puntos de España y viene a Cádiz, de la que “estoy enamorada” en vacaciones a ver a su familia.

En la misión, que es “muy sencilla”, está acompañada por otras dos religiosas españolas, dos congoleñas y una italiana, que son las que forman la comunidad. “Colaboramos con las catequesis, con una escuela infantil para niños de entre dos y seis años, así como trabajamos en el centro de salud”, explica Isabel Fernández. Esta mujer asegura que la demanda es tal que tiene una media de 120 enfermos: “Hay días que empezamos a las siete de la mañana y a las cinco de la tarde aún no hemos terminado”.

En Bicop hay “mucha necesidad”. Es una zona rural donde las familias se dedican a la plantación de cacao y frutas tropicales, con las que intentan sacar el poquito dinero para sobrevivir. Las casas son de barro y caña y “aquí no existen las comodidades, sufren mucho. No hay luz ni agua”, lo que acarrea muchas enfermedades entre la población.

Las familias venden la producción en la capital y “van saliendo como pueden de la situación”.

Vocación
Esta gaditana, que también ha vivido el aspecto educativo de la congregación, decidió ser religiosa porque “Jesucristo me llamó”, explica con una paz y un fervor incontenibles. “Puso en mi corazón el deseo de abrir fronteras, abrir las puertas y salir, tal y como dice el Papa Francisco”. Su decisión le hace ser feliz y agradece tanto a Dios como su congregación “esta oportunidad de estar más cerca de los pobres, que me hacen sentir más cerca de Jesús”. Ser misionero es duro puesto que “hay carencias y se  está expuesto a decisiones difíciles, pero gano mucho: una vida sencilla, tener un corazón más grande o descubrir a Dios en todas las cosas”.

Estar de misiones permite aprender a ser solidario y darle valor a la vida, relata en su video Isabel Fernández. “Te das cuenta de que las cosas no dependen de uno mismo, sino que dependen de Dios”.  Plantearse ser misionero es “acogerse a un don, que te permite salir de las fronteras para ganar mucha vida”. Una opción a la que todos estamos invitados.

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