Con Y griega

Del naufragio de Caja Granada y sus culpables

Se la cargaron a pesar de que pudo tener un recorrido propio más aventurado si se hubiera incorporado a un proyecto netamente andaluz

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Se marchó Antonio Jara como presidente de la Fundación de Caja Granada. A sus 71años decide dar un paso al lado y abandona el puesto en el momento en el que se consuma la integración del último vestigio que quedaba de la entidad en el conglomerado financiero de Bankia. Su figura simbolizaba a duras penas la ligazón que aún mantenía con el territorio un banco recuperado para el negocio gracias a la inyección de miles de millones de euros aportados por el Estado. La presencia granadina en su accionariado es ínfima mientras que está por ver el grado de compromiso que asume con su entorno a través de la responsabilidad social corporativa de la entidad y en su propia acción en la zona. En su adiós reconoce Jara que estos siete años que ha estado al frente de Caja Granada han sido una travesía accidentada pero que no ha terminado en naufragio, según señala.

Las razones que fundamentan tan benévolo balance estriban en que se salvan, con la adquisición de lo que quedaba de la extinta,Caja unos centenares de puestos de trabajo radicados en Granada y en la esperanza, también, de que se mantendrán diversas obligaciones desde el punto de vista social con el entorno. Ya veremos, pero Bankia, desde luego, viene con el anuncio de la aplicación de un nuevo ERE y sin precisar sobre sus intenciones de negocio y desarrollo con respecto a la zona. Si eso no es un naufragio mucho se le parece. Y es que el principal fracaso sigue siendo el hundimiento de un instrumento financiero propio, se ponga el bueno de Jara como se ponga. Durante su mandato poco pudo hacer para evitar el desastre al que otros con su aldeanismo han llevado a la caja granadina. Y ahí se puede englobar a un nutrido listado de personalidades, desde sus rectores pasando por lo más destacado de la sociedad granadina que se juramentó para mantener su pureza alejándola de operaciones de fusión con aledañas como Unicaja.Unos y otros tuvieron mucho que ver con esta fallida historia y ahora sólo cabe pedir misericordia a los de Bankia para que mantenga cierta sensibilidad para con el terruño.

Tan mísero papel que jugaron quedará reflejado en la reciente historia de Granada. No cabe reconocimiento y homenaje alguno. Se la cargaron a pesar de que pudo tener un recorrido propio más aventurado si se hubiera incorporado a un proyecto netamente andaluz. El localismo mal entendido, los personalismos y unos intereses políticos excesivamente miopes hicieron el resto. Claro que sí. Nada de accidente. Fue todo un naufragio.

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