Cartas a Nacho

Sabina

Sabina es un burlón reportero que nos va informando de lo que somos. “Perdido como un quinto en día de permiso. Como un santo sin paraíso”...

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"La vida es un metro a punto de partir”. Joaquín Sabina no escribe canciones, Sabina compone himnos. Nosotros, la juventud de los ochenta, esa que no luchó contra Franco y que lo veíamos como un abuelito por la tele sin comprender lo que pasaba y que suponíamos que era un señor que mandaba mucho, fuimos luego la que vivió “la movida” de Madrid y un incipiente “meneo” de Sevilla. Lo de Madrid se sobrevaloró y lo de Sevilla no cuajó. Los sevillanos nunca nos lo creímos y “para montar un movimiento cultural te tienes que venir arriba”, me respondió Sabina en una rueda de prensa. Eran los ochenta y la cultura en Sevilla giraba gracias a las “Citas”. Lole, Manuel y Triana eran nuestros valores y, sin embargo, no nos lo creímos.

“¿Quién me ha robado el mes de abril? Lo guardaba en el cajón, donde guardo el corazón”. Las letras de Sabina nos han ido contando nuestra vida. En 1985, recién llegado a Madrid, compré en El Rastro una cinta de “casete” que más tarde regalaría a un amigo. Años después, todo sea dicho, me quedé sin la cinta y sin el amigo. Se trataba de “Malas compañías”. Efectivamente, “las niñas no quieren ser princesas” y “la muerte viaja en ambulancias blancas”, el título del disco presagiaba que no todas las compañías son recomendables.

Sabina es un burlón reportero que nos va informando de lo que somos. “Perdido como un quinto en día de permiso. Como un santo sin paraíso”. “Algunas veces vuelo y otras veces, me arrastro demasiado a ras del suelo”. “Amor civilizado con recibos y escenas del sofá” y en definitiva, “los amores que matan nunca mueren”.

“De sobras sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera y sin embargo, un rato, cada día te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera”.
Nuestra vida sigue como siguen las cosas que no tienen sentido y según cuentan los amigos, nuestros amores pasados viven donde habita el olvido. La pasión, por definición, no puede durar. La sinceridad nos puede enfermar.

¿Qué fue de aquella “Hispano Olivetti” con caries? El whisky, sin soda, por favor. Y sí, resulta que son más excitantes las películas de romanos que las “porno”. Todos nos hemos dado “el lote” en el cine de verano viendo Ben-Hur. Claro que aquellas noches, nunca llegaron a ser quinientas.

No sé si Sabina escribió la canción más hermosa del mundo. Lo que es seguro que nos ha ido contando y poniéndole música a nuestra propia vida. Por mucho que él lo niegue. “Tenemos más de cien mentiras que, por supuesto, valen la pena”.

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