De uno de los iconos gráficos del siglo XX se cumple hoy 28 años. Es la famosa fotografía del “rebelde desconocido” o del “hombre del tanque”.
Desde abril de 1989 un numeroso grupo de estudiantes, intelectuales y trabajadores, encabezaron una serie de manifestaciones y concentraciones en la plaza de Tiananmen, en Pekín. Unos protestaban por una mayor democratización de la estructura política; otros creían que las reformas económicas habían llegado demasiado lejos y peligraba su forma de vida. El fallecimiento de uno de los manifestantes fue la chispa que desató los acontecimientos y tras la división del Gobierno chino en la forma de resolver la crisis, se decretó la ley marcial y la entrada del Ejército Popular y sus tanques en la plaza el día 3 de junio.
En tal día como hoy hace 28 años un joven desconocido se plantó frente a una columna de tanques en la “Gran Avenida de la Paz Eterna” y logró por unos momentos detener el avance de los militares.
Ese instante fue recogido por tres fotoperiodistas y rápidamente recorrió las redacciones de los principales medios de comunicación occidentales, convirtiéndose en portada y abriendo informativos. Había nacido un nuevo icono mundial.
La peripecia para burlar el registro de la Policía china que tuvo que hacer uno de los fotógrafos quedará para los anales de lo anecdótico. La noche anterior, al periodista le habían requisado los carretes en un asalto a su habitación del hotel y, experimentado, decidió esta vez esconderlos en el inodoro. Como tantas veces, un simple sanitario sirvió como caja fuerte de un hecho informativo que marcó la Historia.
Hace tres décadas, Occidente trató al “rebelde desconocido” como un héroe. China, como un delincuente irresponsable y a ese documento gráfico, como la prueba del desvelo del Ejército Popular por cuidar la vida de sus ciudadanos.
Casi treinta años después sería interesante conocer la opinión de Occidente. Ver si sigue siendo un héroe. Comprobar nuestra percepción de aquellos acontecimientos.
El dragón chino que permaneció dormido durante siglos parece que se ha despertado. Las potencias occidentales, incluida la primera, corren a sus brazos para recibir su beneplácito y poco se habla ya de la situación política del imperio amarillo. El eje político y económico mundial se desvía a Oriente. En 1992 una periodista americana le preguntó por la suerte que corrió el “hombre del tanque” al entonces secretario general del Partido Comunista Chino. Su respuesta: “Creo que nunca se le mató”.
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