Cartas a Nacho

Móvil

Ya dijo el juez Calatayud: “dadle todo lo que desee, así crecerá convencido de que el mundo entero le debe todo”

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Al final fue el titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Almería, Luis Miguel Columna, quien puso cordura en un caso propio de una comedia surrealista del séptimo arte.

El pasado Día de Andalucía, en El Ejido, una madre le quitaba a su hijo el móvil para que no se distrajese en sus obligaciones como estudiante. Tras la negativa del hijo, de 15 años, la madre tuvo que forcejear levemente para quitarle el artefacto. Una secuencia cotidiana y un millón de veces repetidas en cualquier hogar. La “tragedia” se evidenció cuando en el forcejeo la madre le produjo un arañazo que, sin duda, produjo “graves lesiones físicas y psíquicas” en el joven. Éste, ni corto ni perezoso, junto con un familiar corrió al cuartelillo de la Guardia Civil a denunciar a la madre.

El juzgado admitió a trámite la denuncia y la fiscalía pidió nueve meses de prisión y el pago de las costas. De veras, no es 28 de diciembre.

La mujer, de 37 años, por primera vez se sentó en el banquillo, supongo que con algo de perplejidad y mucho de dolor. Su hijo y el pariente la habían denunciado por cumplir con su obligación. Lo contrario también era factible. Si no le hubiera quitado el “móvil” podría haber incurrido en un delito de falta de responsabilidad. Permitiendo que en lugar estudiar hubiera estado jugando con el teléfono. En el Código Civil figura, entre las obligaciones de la patria potestad, la de preocuparse por la educación de los hijos. Y este argumento, precisamente, es el que ha esgrimido el juez para absolverla de tan flagrante delito.

Hace años el filósofo francés Gilles Lipovetsky anunciaba en “El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos” cómo “se ha creado una cultura en la que el logro individual está en todas partes y los deberes hacia uno mismo en ninguna”.

Si lo prefieren, hace poco el juez de menores de Granada Emilio Calatayud, en “Decálogo para formar a un delincuente”, ya advertía a los padres: “dadle todo lo que desee, así crecerá convencido de que el mundo entero le debe todo”.

En el caso particular de los teléfonos móviles, la propia Policía Nacional aconseja que no se conviertan en el regalo estrella de la Primera Comunión. En general, es urgente devolver la autoridad a los pedagogos, a los maestros. Podemos reinventar una y otra vez leyes de educación que mejoren la comprensión del mundo actual a nuestros hijos, pero de lo que no nos podemos olvidar es de que esa educación empieza en nuestros hogares. Y los que no tenemos hijos, ayudar a los que sí los tienen. n

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