Cartas a Nacho

Volveremos

Todos se sienten engañados, no hay resentimientos, sólo frustrados

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Llega a mis manos un libro que, ahora que llegan estas “pastelosas” fiestas navideñas cargadas de buenos deseos que sabemos que nunca se cumplirán, es de obligada lectura.

Se trata de “Volveremos”. Escrito por Noemí López Trujillo y Estefanía S. Vasconcellos y editado por Libros del K.O, en él se retratan distintas historias de los que se fueron durante la crisis.

Testimonios orales de jóvenes y de los que no son tanto, que un día decidieron marcharse a otro lugar en busca de unas mejores condiciones de vida, en algunos casos de una vida, simplemente.

Han pasado seis o siete años desde los primeros que se fueron y en el libro las autoras hacen balance de nuestros nuevos emigrantes.

Es tan sorprendente la dejadez de nuestro país con ellos, que ni tan siquiera hay cifras oficiales de estos talentos que se nos fueron. Se barajan datos de 2013 que los sitúan en 225.000 personas y otros del CSIF que hablan de casi 700.000, atendiendo a estadísticas de los países receptores.

Sin embargo, para Noemí López Trujillo y Estefanía S.Vasconcellos lo importante no son las cifras, sino las historias que cuentan los protagonistas.

Todos se sienten engañados, no hay resentimientos, sólo frustrados. Ellos hicieron sus deberes, estudiaron, incluso trabajaron para poder pagarse la carrera y el máster y los hubo que hasta crearon una familia;  todos con la promesa dada de que luego vendría la recompensa de un trabajo y una forma de vida mejor.

En “Volveremos” también se habla de los que se quedaron, las madres, padres, la familia de estos jóvenes. También ellos tienen ese mal sabor de boca por no haber podido cumplir con esa promesa. Hay madres que relatan en el libro cómo se sienten desengañadas por haber obligado a su hijo a sacrificarse estudiando mucho y ahora lo tiene a 2.000 kilómetros de distancia.

Un baño de realidad lo que nos proponen Noemí y Estefanía. Parejas que se fueron y acabaron divorciándose porque uno de los miembros no aguantó la tensión de vivir en una sociedad extraña. Otros que pensaron, como mal menor, que el país adonde llegaban era más estructurado, más eficaz y sin embargo el día a día les mostró que no todo es oro lo que reluce. “En España somos muy buenos, pero no lo vemos”, afirma un joven emigrado.

En esta próxima cena de Nochebuena habrá muchas familias que tengan un ordenador encendido en la mesa y conectado por “skype”. Gracias a esa tecnología sentirán más próximo a su hijo, o a su hija. Menos mal que el “skype” no podrá reflejar el grado de añoranza que ambas partes sentirán.

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