Los siglos XIX y XX han sido una anécdota histórica. Lo dice el historiador israelí Yuval Noah Harari. Para este profesor, titular del Departamento de Historia Hebrea de la Universidad de Jerusalén, en los siglos precedentes a éstos la totalidad de la población pasaba hambruna y vivía en las perores condiciones. El 20 por ciento de la masa pasaba necesidad en las puertas del palacio imperial, mientras que los que los habitan ni se inmutaban.
Serán los siglos XIX, con su revolución industrial, y el XX, con la creación de la Unión Soviética en la Europa Oriental y la respuesta capitalista en la Occidental de la socialdemocracia, cuando las élites empiezan a preocuparse de las masas. En el primer caso, por la consiguiente obtención de mano de obra en buenas condiciones y por el temor a revueltas en el segundo.
Noah Harari nos hace una propuesta literaria inquietante con “Homo Deus”, su último libro publicado el año pasado en Israel y que ahora llega a las librerías españolas.
Si la revolución verbal, la creación de los idiomas hizo al hombre “Homo Sapiens” y creó órdenes imaginarios como los conceptos país, dinero o religión y todo ello desembocó en el humanismo; la creciente dependencia de la tecnología y de la ciencia, ¿a dónde nos conduce? ¿Estamos en las puertas de un nuevo ser humano? ¿Pasaremos del “Homo Sapiens” al “Homo Deus”?
“Volcamos” una ingente cantidad de información en las plataformas digitales. Las redes sociales nos piden que les digamos lo que nos gusta, lo que nos enfada, lo que nos entristece. El mundo digital sabe lo que nos preocupa y lo que nos interesa. Hasta lo que desayunamos. Cada vez más, nos abandonamos y permitimos que sean los buscadores los que trabajen por nosotros. Un simple terminal de teléfono móvil conoce a nuestros amigos preferidos y las localizaciones donde últimamente hemos estado. Estamos cediendo autonomía a favor de las máquinas, y las máquinas están aprendiendo. Y lo hacen convirtiendo toda la información en algoritmos que saben interpretar.
Para Yuval Noah Harari, las máquinas dentro de poco sabrán tanto o más que nosotros. Y sólo unos pocos tendrán la capacidad de manejarlas. Ellos, esa élite, será la que pase al estatus de “Homo Deus”.
Y al resto, ¿qué nos pasará al 80 por ciento de la humanidad? Si las élites sólo se han preocupado de las masas cuando les ha hecho falta para conseguir sus propósitos, ¿qué harán ellas, las clases sociales más favorecidas, cuándo las máquinas puedan conseguir esos objetivos a un menor coste?
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