Cartas a Nacho

Bienal

El flamenco con la Bienal se ha hecho popular. Aún más. Llegando incluso a un sector joven que hasta ahora se mostraba reacio

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Nuestro arte más universal, el más conocido, muestra durante estos días en Sevilla una amplia oferta de espectáculos dirigidos a públicos entendidos y a los que no lo son tanto.

El flamenco con la Bienal se ha hecho popular. Aún más. Llegando incluso a un sector joven que hasta ahora se mostraba reacio a este bien inmaterial Patrimonio de la Humanidad.

Definitivamente la Bienal ya es una cita obligada y firmemente consolidada. El camino seguido hasta llegar a esta XIX edición ha sido tortuoso y no falto de complicaciones. A veces, incluso  se llegó a pensar en su desaparición. Se han programado ediciones con presupuesto cero.

“El flamenco está en cualquier parte”, reza la campaña publicitaria lanzada para estimular a los amantes y a los que no lo son tanto. También esta acción es la perfecta definición de cómo se vive en la ciudad y en Andalucía.

Piezas publicitarias como la “rayuela” pintada en las aceras de nuestras calles y otras que, finalmente, no han salido muestran cómo pueden ayudar y empujar al flamenco a llegar a todos. Al fin y al cabo, incluso los menos flamencólogos, lo llevamos en la sangre.

Cuando esta edición de la Bienal cierre sus puertas, los números serán espectaculares. Más público, más recaudación, más cobertura internacional por parte de los medios, más presupuesto.

La Bienal, por otro lado, ha abierto varias puertas para seguir creciendo y mostrar caminos que, andando en el tiempo, nos llevarán a crear una potente cita cultural referente en el mundo.

La creación de la marca “Bienal” y la utilización de espacios como la iglesia de San Luis de los Franceses permiten pensar en el flamenco como un arte multidisciplinar que apenas se ha echado a rodar.

Los diferentes gestores que ha tenido la Bienal han puesto su granito de arena en las sucesivas ediciones celebradas, pero el impulso necesario que ha tomado la cita se lo debemos a Cristóbal Ortega y a su equipo.

Ortega es un excelente profesional que viene de la gestión privada cultural. Él ha comprendido que proyectos de esta dimensión sólo pueden salir adelante con la colaboración de las instituciones públicas y las empresas privadas. Ambas se necesitan y cuando se produce esa unión se gestan “productos” de calidad y eficacia.

Estoy seguro de que en futuras ediciones nuevas empresas se sumarán a la Bienal. Con más recursos se podrán asumir nuevos retos y objetivos más ambiciosos. Para ello se utilizará más creatividad, más arte. La Bienal dará más oportunidad no sólo al flamenco, sino a todos nosotros.

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