Cartas a Nacho

Gemelos

Lo que puede unir el alma de tu madre con el corazón de un amigo son unos simples pasadores. Nada más y nada menos que unos gemelos...

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Lo que puede unir el alma de tu madre con el corazón de un amigo son unos simples pasadores. Nada más y nada menos que unos gemelos.

La embocadura de las mangas de la camisa no se abre gracias a ellos. Atraviesan los ojales de los puños y milagrosamente ajustan el tejido a la muñeca. La mano queda libre y de esta manera puedes usarla para abrazar al amigo. Para apretarle la mano. Torpe gesto de respuesta al no saber reaccionar ante el detalle que ha tenido contigo. A un regalo recibido. No esperado. En este momento de la vida que comprendes que todo lo anterior sólo ha sido un período de prácticas. Que has estado de becario.

Pequeños y diminutos, los pasadores son testigos, en su caja de regalo, de confesiones que tienen que ver con grandes gestas. Las que ve él en otras personas y que no reconoce en su propio ser. Mientras, la fiesta continúa. Llena de música la noche. Consagra el cariño. El afecto. El apego. Y arrincona la oscuridad. La niebla del exterior. Bruma que sólo se disipa a intervalos. Que sólo se interrumpe con la tenue luz que desprende un par de farolas. Resplandor que desde ahora también llevo yo en mi antebrazo. Llama que me convierte en tu gemelo.

Alguna traición, algún éxito. Una compañera de viaje y al mismo tiempo alguien a quien acompañar en el suyo. Hijos a los que preparar y enseñar a levantarse cuando se caigan. Una amistad retomada en la noche mágica de Sevilla sirviendo como sede del encuentro, el palacio de la solidaridad.

Este ingenio de la moda que sirve para satisfacer la coquetería masculina, valdrá para lucir con orgullo tu amistad. Para celebrarla. Para gritarla. Estarán ahí presentes. Asomándose en interminables reuniones de trabajo. Poniendo un poco de brillo a las negras mesas de diseño de las oficinas modernas. Recordándome tu nobleza cuando firme un documento.

Mañana, hoy ya, los pasadores están guardados en una caja con forma de memoria. Sin llaves. Para que nunca se queden dentro encerrados. Que aireen el ambiente cuando éste se llene de desasosiego.

Esta plata con forma de abrazo asentará lo vivido. Describirá a mi porvenir un decorado de una época ya pasada. Le narrará historias de viejas casas de vecinos y permitirá recordarle la importancia de la lealtad consigo mismo.

Amigo, estos gemelos es la pieza que une mi pasado a mi futuro. Lo que me enseñaron a lo que espero que aprenda. A lo que deseo que mantenga. El nexo, la unión a mi legado. No sólo servirán para coser los puños de la camisa. También mi historia.

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