Cartas a Nacho

Magos

En estos días una semilla, un germen de vida, llegó a un pequeño pueblo de Guadalajara. Lo hizo en un globo. Unos agricultores lo vieron aterrizar, abrieron la cajita y se encontraron una nota con ese proyecto de futuro...

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En estos días una semilla, un germen de vida, llegó a un pequeño pueblo de Guadalajara. Lo hizo en un globo. Unos agricultores lo vieron aterrizar, abrieron la cajita y se encontraron una nota con ese proyecto de futuro. La misiva aclaraba que unos días antes la semilla fue lanzada desde un barrio humilde del extrarradio de Sevilla. De la Oliva, en concreto. Ilusionados los labradores explicaban que la iban a plantar y cuidar con esmero. Los que menos tienen lanzaban al cielo en un pequeño gesto de emoción, una esperanza para que naciera una vida.

La semana pasada, conocimos como cinco personas habían recuperado la ilusión y la fe en las personas. Recibieron de dos donantes unos órganos que le permitirán vivir. Los trasplantes se hicieron en el hospital público de Valme en Sevilla. Se acabaron los traumas de la diálisis, los problemas oculares y hasta los hepáticos. Dos buenas personas y sus generosas familias abrieron la puerta a la esperanza para que mejoraran varias vidas.

Cientos de ciudadanos decidieron comprar, al principio de las fiestas, un paquete de arroz más, un par de latas de conservas que no le hacían falta. Después de pasar por caja y abonarlos, lo sacaron de su bolsa y lo depositaron en unas “jaulas” que el Banco de Alimentos había colocado en distintos supermercados. Fue un instante, sólo un segundo, cuando al pasar por la estantería esos ciudadanos pensaron en las dificultades por la que otros muchos estaban pasando y no lo dudaron un instante.

Ese momento no será recompensado, sin embargo estas personas habrán contribuido a que otros muchos recuperen la esperanza en mejorar sus vidas.

Un tranvía atestado de juguetes llenó muchos sevillanos la pasada semana. Éste sí que lo llamaran “deseo”. Un niño lo que tiene que hacer es jugar. Si no tienen juguetes no serán niños. La noche del día cinco de enero también será mágica para ellos, niños que de otra forma no lo serían. Tendrán lo que todos hemos tenido, hermosos nervios que no te permiten dormir. Un precioso recuerdo que cuando eres adulto te hace volver a la infancia. Estos espléndidos sevillanos que donaron juguetes han despertado la esperanza en esos futuros adultos que, sin duda, mejoraran sus recuerdos, sus vidas.

Que la vida no le borre la sonrisa a mi ahijado. Que de adulto siga siendo curioso. Que comprenda la diversidad. Que sea generoso. Fraterno. Paciente. Prudente. Estas son mis peticiones a esos Magos que no sé si vienen de lejos. Lo que estoy seguro es que están más cerca de lo que podemos imaginar.

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