Cartas a Nacho

Colores

No soy partidario de los símbolos. Nada. Nos agarran. Nos encasillan. Se sacralizan. Y surgen los problemas...

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No soy partidario de los símbolos. Nada. Nos agarran. Nos encasillan. Se sacralizan. Y surgen los problemas. Los fanatismos. No acaban de representar. Pero por educación, por cierto, cien por cien pública desde la EGB hasta la Universidad, los respeto.

La pasada semana a los incidentes de la pitada al himno nacional de hace unos días, se sumó la utilización de la bandera en un acto político del Partido Socialista. No nos enteramos del contenido del acto pero sí del continente. Se revelaba de esta forma la importancia que en esta sociedad se da a la imagen y a los iconos. Así comenzaba la semana. Si nos quedamos con la anécdota, la podemos convertir en categoría al final de la misma.

El viernes se producían distintos atentados terroristas del fanatismo islámico. Francia, Túnez, Kuwait y Somalia fueron testigos de la ira del autoproclamado “Estado Islámico”. Casi un centenar de personas perdían la vida por la barbarie. Una forma de entender el mundo, donde se vuelve al Medievo y no se tolera la discrepancia, la individualidad de la persona y se sacraliza al líder confundiéndolo con la divinidad.

No debemos caer en el error de pensar que esto es una guerra de civilizaciones. Sólo es una guerra civil entre sunitas y chiíes. Mil años de conflictos entre los que piensan que el liderazgo de la comunidad musulmana debe establecerse por gracia divina y por parentesco familiar con Mahoma (chiíes) y los que prefieren que el poder sea más democrático (sunitas). Eso es todo. Lo de siempre.

Algunos expertos empiezan a cuestionarse si las ayudas al desarrollo del mundo islámico son realmente efectivas. Este esfuerzo, piensan, debe centrarse más en implantar programas dentro de los países occidentales que no dividan a la sociedad y den al traste con la integración de la comunidad musulmana en nuestra forma de ver el mundo.

Si la muerte llegaba el viernes, el sábado se producía un cambio de tercio en gran parte de las ciudades europeas y norteamericanas con la celebración del “Día del Orgullo Gay”. Marchas coloristas reivindicaban de forma pacífica y festiva los derechos de los homosexuales y por extensión los de la sociedad en general.

La “Rainbow Flag” (la bandera LGTB o del arco iris), representa la igualdad no sólo afectiva y sexual. También la tolerancia ideológica y el pacifismo. Por eso tan llena de color. La del grupo terrorista islámico, nunca confundir con la mayoría musulmana, es símbolo de terror, imposición, tortura, muerte. Por eso, sólo tiene uno, el negro.

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