Cartas a Nacho

Positivo

Primero me conmocionaron. Quedé aterrorizado después. De la indignación pasé a mi total condena.Como todos los ciudadanos medianamente civilizados me declaré: “Je suis Charlie”...

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Uno es tremendamente positivo. Es lo que lleva tragarse mil libros de autoayuda sobre el nuevo pensamiento. Son muy útiles. Calzan perfectamente.

En relación a los atentados terroristas de los yihadistas cometidos la pasada semana en París, confieso que primero me conmocionaron. Quedé aterrorizado después. De la indignación pasé a mi total condena. Como millones de europeos. Como todos los ciudadanos medianamente civilizados de este planeta, rápidamente me declaré: “Je suis Charlie”.

Siento la muerte de los compañeros, de los rehenes, de los policías. Con la mente más fría, sé que este es un momento de inflexión. Las democracias occidentales están salvadas. Todos hemos visto a nuestros líderes políticos en las imágenes de televisión apoyando la causa.

Por fin y desde hoy serán millones de ciudadanos europeos los que salgan a las calles exigiendo que la libertad de expresión se haga universal. Se acabó la hipocresía.

Los franceses, a la ultraderechista Marine Le Pen, que deje de reivindicar la pena de muerte. La vida también es importante.

Los alemanes, a la canciller Angela Merkel, que abandone las presiones al Fondo Monetario Internacional y que los griegos puedan ejercer su derecho a la libertad de expresión votando al partido político que les dé la gana.

Los rusos, a su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, que los homosexuales de su país no se vean perseguidos por expresar su condición sexual

Nosotros, a nuestro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que derogue la “Ley Mordaza” para que los ciudadanos españoles puedan expresar su opinión ante los recortes, quiero decir, ante la llegada para quedarse, de la recuperación económica.

Todos exigiremos a las televisiones que sustituyan los programas basura por informativos y sesudos programas de debate. No cambiaremos el canal cuando den el telediario a la hora de almorzar. Es nuestro derecho a la información. Nos leeremos centenares de columnas de expertos en las más diversas materias para estar mejor documentados. Rechazaremos los colorines.

Y en Sevilla, cuando llegue la próxima Navidad, pediremos a nuestro Ayuntamiento que en lugar de invertir tanto dinero en luminarias y secaderos de chorizos psicodélicos de la plaza de El Salvador, invierta en los barrios más deprimidos de la ciudad. Al fin y al cabo, la desesperanza, el paro y la falta de salida, es el principal caldo de cultivo para el éxito de la llamada de los yihadistas.

Estoy seguro de que este augurio no servirá para calzar muebles. Ya lo hacen los libros de autoayuda.

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