Precisamente justo cuando se cumple un año del escape que se produjo a causa de un apagón eléctrico en la factoría de Atlantic Copper de la Francisco Montenegro, conocemos que científicos de la Universidad de Huelva están analizando si en el polvo doméstico se acumulan sustancias tóxicas industriales, entre otras cosas. Las iniciativas de este tipo deben ser aplaudidas, pero no vistas como una amenaza, como ocurre a veces desde los sectores productivos o las administraciones, sino como una oportunidad para conocer el momento de la contaminación en los hogares, y desde ahí, si la cosa no va bien, intentar la mejoría que el ciudadano se merece, y si los parámetros son normales, para dejar tranquilo al personal. Pero decimos que se cumple un año desde aquel cinco de octubre de 2012 en que los onubenses vieron como una circunstancia azarosa (pero que debe tenerse en cuenta y prevista), produjo una desagradable nube tóxica que por suerte no fue a más. Llega también este aniversario cuando conocemos que Atlantic Copper está llevando a cabo una parada técnica que, por añadidura, y según mediciones científicas, ha puesto de relieve que se ha dado un respiro a las malas condiciones del aire onubense. Se ha pedido que ésta, sirva además para mejorar las emisiones, para que sean menos contaminantes y perjudiciales, y no dudamos de que la empresa habrá tomado buena nota.
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