Campillejos

Juvencia

El pasado mes de noviembre tuve el honor de ser copresentador de la última publicación de mi admirado amigo Luis Miguel Sánchez Tostado. Un jaenés...

Publicidad Ai Publicidad Ai Publicidad Ai

El pasado mes de noviembre tuve el honor de ser copresentador de la última publicación de mi admirado amigo Luis Miguel Sánchez Tostado. Un jaenés comprometido con numerosas causas, entre las que destacan la defensa del patrimonio histórico, su intensa y rigurosa labor de investigación o su compromiso social. Pero más allá de sus innegables valores humanos, culturales o literarios, he de hablar de esa novela de la que fui uno de los presentadores en Jaén: “Juvencia. La maldición de la eterna juventud”. Él mismo afirma que se trata de su mejor obra, finalista en tres certámenes internacionales y avalada por el consagrado escritor Juan Eslava Galán. “Juvencia” nos adentra en un mundo de ficción, inspirándose en el viaje que Juan Ponce de León realizara a Florida en busca de la mítica fuente de la eterna juventud (la Juvencia). El conquistador español, acompañado de doscientos hombres, encontrará la fuente si bien, el líquido mitológico tenía un poder muy distinto al esperado. De otra parte, la lectura nos traslada constantemente del siglo XVI a la actualidad, dónde una entretenida e inesperada trama involucrará a una organización masónica y a la CIA en la búsqueda de la Juvencia. Jaén, tan presente siempre en la obra de Sánchez Tostado, no había de ser menos en esta novela. Desde el protagonista a su trovador, jaeneses de nacimiento, hasta las escenas transcurridas en ésta capital. Eso además de la aparición, entre los personajes, de más de medio centenar de nombres de giennenses actuales, entre ellos el mio propio. Así me describe en “Juvencia”: “Don Rafael de Cámara, por contra, era más redrojo, procedía de la nobleza chica y se vio obligado a zarpar a las Indias por ver en ello la forma de mejorar su caudal exiguo. Daban en decir las malas lenguas, y por aquellos días casi todas lo eran, que perdió su fortuna ayudando en secreto a judíos conversos perseguidos por el Santo Oficio. Protección de infieles impropia de cristiano viejo y sangre limpia. Había rumores de falso cuño sobre su interés por las juderías, y hubo quien, pese a su cabello rubio y ojos turquesa, veía en él a un marrano, como así llaman en España a los sefarditas tapados que no hacen sábado. Pero aquel era asunto que nunca se sacaba.” Sirva mi descripción de botón de muestra de esta obra, repleta de textos preciosos, buenas dosis de humor, en la que no faltan aventuras, amores, sorpresas o giennenses, como queda patente. Merece la pena su lectura.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN