Campillejos

Djaen

A veces la vida nos brinda la oportunidad de vivir momentos extraordinarios y, en mi caso, varios de esos momentos tienen apellido: Djaen...

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A veces la vida nos brinda la oportunidad de vivir momentos extraordinarios y, en mi caso, varios de esos momentos tienen apellido: Djaen.
“Djaen” es un apellido conservado, aún hoy día, por algunas familias sefardíes y, entre ellas, no faltan las que conservan la tradición de que sus antepasados medievales habitaron entre los muros de la Judería de Jaén.  Es el caso concreto de la familia de Sabetay Djaen, poeta y dramaturgo, autor de más de veinte obras teatrales en judeoespañol (sefardí), además de que fuera  un destacado rabino y activista cultural el pasado siglo, entre otras cuestiones.


Esta misma semana nos visitaba, procedente de Argentina, su nieto, Ricardo S. Djaen, el cual ha colaborado activamente con IUVENTA desde que supo de nuestra acción en pro de la Judería de Jaén. Por ejemplo promovió que la historia judía de Jaén estuviera presente en el VI Simposio Internacional de Estudios Sefardíes, organizado por CIDICSEF en la Universidad Maimónides de Buenos Aires. Considerado como uno de los eventos más importantes que se celebran a nivel mundial en torno a esta cultura, la mesa que clausuraba dicho Simposio fue la de Jaén en la Historia Judía, en la que participó Ricardo Djaen, Marcelo Benveniste (director de la publicación eSefarad) y un servidor. Mi participación fue gracias a la generosidad de Ricardo.


Pero,  más allá de estas cuestiones, desde que le conocimos, Ricardo ha sido un estímulo en la lucha por recuperar la memoria histórica judía de Jaén. Más de cinco siglos después de la injusta expulsión, giennenses actuales y los Djaen hemos sabido reconocernos como “paisanos”. Hemos comprendido que el amor a Jaén puede tener orígenes sumamente dispares. Hemos descubierto que existen nexos de unión valiosísimos entre pueblos distintos que permiten establecer puentes de entendimiento y fraternidad. Y Ricardo Djaen ha sido, en todo esto, pieza fundamental. Por ello la concesión del Premio IUVENTA a su persona.


Gran parte de la historia y del patrimonio cultural encierran en sí mismos, si se saben enfocar, una enorme lección de valores humanos. Y la Judería de Jaén es, en el marco expuesto, una oportunidad inmejorable para aprender en este sentido. Mientras tengamos fuerzas, no habrá un sefardí que no sea recibido en esta ciudad, ni un Djaen que no se encuentre acogido en su tierra ancestral. Porque defendemos el patrimonio histórico y también sus valores humanos.

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