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Nochevieja

La llegada de la Nochevieja es el final de una etapa y el inicio de otra en el sentir colectivo de los españoles además de, por supuesto, en otros muchos...

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La llegada de la Nochevieja es el final de una etapa y el inicio de otra en el sentir colectivo de los españoles además de, por supuesto, en otros muchos lugares y países.  Las fechas, todas las fechas de un calendario, son como marcas en el tiempo que nos sirven para medir la vida misma: la edad de cualquier ser, el tiempo que falta para la próxima festividad, el periodo de gestación de una nueva vida, la celebración del aniversario de un acontecimiento extraordinario… y la Nochevieja es una marca más, pero de primera categoría en el ámbito de nuestro calendario, dado que simboliza, para la comunidad en general, el fin de un ciclo y el inicio de otro. De ahí que sea una fecha propicia para plantearse uno y mil retos que, en realidad, podrían plantearse cualquier otro día del almanaque: reducir peso, hacer más deporte o dejar de fumar, entre otros, pueden servir como meros ejemplos de la importancia que damos a ese fin e inicio de ciclos.


Hace ya muchos años, un apreciado y buen amigo, Ricardo DJaen, descendiente de judíos expulsados de nuestra ciudad en la Edad Media, en una conversación telefónica, aprovechó para felicitarme ante la proximidad del año nuevo judío (festividad de Rosh Hashaná).  Esa diferenciación entre el calendario judío y cristiano la tenía clara y, aunque no meditada, si asumida en mi mente como por una especie de inercia. No obstante, y como quiera que los Djaen, en su periplo por el mundo, residieron en Hong Kong durante más de una década, Ricardo me sorprendió con el relato de cómo en su casa se habían llegado a celebrar hasta tres festividades de años nuevos: el cristiano, también conocido alternativamente como Era Común (ahora en el año 2016), el judío (ahora en el año  5777) y el chino (ahora en el año  4714). Seguramente muchos de ustedes sabían de esas diferencias tan evidentes pero, para éste que escribe, fue ese el momento en que en mi mente se desencajaron todas las medidas del tiempo hasta entonces asumidas, cayendo en la cuenta, una vez más, de lo relativo que es cuanto aprendemos en esta vida.


Pero somos humanos y precisamos de medidas. Y en nuestra tradición más cercana nos encontramos con la ahora inminente “Nochevieja”, un nombre hermoso y castizo para una velada tan especial en el ámbito familiar, social y religioso. Un ciclo se cierra y otro se abre. Los buenos deseos circulan por doquier, la sintonía, el anhelo de un mundo mejor o el sueño de un año venidero más agradable y menos áspero… además de la tristeza en el recuerdo de los que ya no están con nosotros, entre otras muchas cuestiones. Para mí la mayor aspiración es, por supuesto, el general deseo de un mundo más justo para todos. Pero, en el ámbito particular, es el anhelo de buena salud para mis familiares y amigos, amén de para un servidor.  Y ambas cosas les deseo: un mundo más justo y salud para todos.  Feliz 2017.

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