La mala suerte y el trece no es el nombre más para la agrupación, es el destino fatal en cantar antes que la comparsa de Los Carapapa y no responder a las expectativas.
Una maldición que se alarga de principio a fin con un repertorio que repasa sus penurias, primero con el drama de la recogida de comida y segundo con el acoso escolar.
El ambiente gélido se impone ante una comparsa que cuesta definir el estilo y que no termina por despertar al respetable que aguarda silencioso su finalización. Con la mala suerte por bandera, Martes XIII fue un quiero pero no puedo. Una lástima para unos y otros.
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