La central nuclear de Lemoniz, treinta años en ruina frente a la costa vasca

Los trabajos de construcción de estas central fueron detenidos como consecuencia de una moratoria nuclear aprobada el 28 de marzo de 1984

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Los edificios de cemento de la central nuclear de Lemoniz continúan en la costa vizcaína cuando se cumplen treinta años de la paralización de sus obras, sin que sus propietarios, el Ministerio de Industria e Iberdrola, tengan previsto su desmantelamiento.

Los trabajos de construcción de estas central fueron detenidos como consecuencia de una moratoria nuclear aprobada el 28 de marzo de 1984.

Antes de su paralización, ETA había perpetrado una cruenta oleada de atentados contra esta planta energética que nunca llegó a funcionar, y que costaron la vida a cinco personas: los ingenieros José María Ryan y Ángel Pascual y los trabajadores Andrés Guerra, Alberto Negro y Ángel Baños.

Tras la detención de la planta, han sido varios los proyectos planteados para dar un nuevo uso a estas instalaciones, como un parque temático dedicado a la energía y la ciencia anunciado por la Diputación Foral de Bizkaia en 2002 o la posibilidad, apuntada por Iberdrola en 2007, de reconvertirla en una central de ciclo combinado.

Ninguno de ellos, sin embargo, se ha visto materializado y los 55.000 metros cuadrados de instalaciones inacabadas -edificios e infraestructuras básicas, porque los componentes y equipos se fueron vendiendo- continúan junto al mar, pese a que en 2007 el Ministerio de Industria inició el procedimiento para su venta.

"En estos momentos, no hay previsto nada en estos terrenos a corto y medio plazo", ha confirmado a EFE un portavoz de Iberdrola, preguntado por la posibilidad de que pudiera existir alguna previsión de reutilización de estas instalaciones.

Juan Luis Olaran, miembro de la agrupación ecologista Talaia Elkartea de Lemoniz, asegura que la mayor parte de los vecinos de este municipio vizcaíno de apenas 1.000 habitantes considera que los restos de la central se han convertido en "una ruina", que se mantiene en "un estado lamentable".

"Puesto que los edificios siguen ahí, debería dársele alguna utilidad, porque da una imagen penosa de un entorno natural tan bonito como era aquel, en el que había una cala preciosa", afirma Olaran.

Este exconcejal de Herri Batasuna en Lemoniz recuerda que en 1992 fue invitado por Iberdrola, junto al resto de corporativos de esta localidad, a visitar la obra, ya paralizada, de esta central.

"Yo mismo dije que lo mejor que se podía hacer era destruir las instalaciones, pero sus responsables aseguraron que técnicamente era muy complicado porque no había experiencias previas en demolición de centrales nucleares", recalca.

Los edificios desocupados de la central atraen como un imán a ladrones de cable de cobre u otros materiales y jóvenes que acceden a su interior de manera ilegal.

El último caso fue el pasado 22 de julio, cuando la Ertzaintza detuvo a seis jóvenes que se adentraron en las instalaciones provistos de herramientas para, al parecer, cortar la valla que impide la entrada.

Pese a que nunca llegó a ponerse en marcha, esta central nuclear ha sido durante treinta años utilizada como arma arrojadiza por algunos colectivos para tratar de que la sociedad se posicione contra otros proyectos, como la construcción en Euskadi del tren de alta velocidad (TAV).

"Estamos en contra no sólo del TAV, sino de todas las infraestructuras destructoras y antisociales que se construyen sin la opinión de la gente afectada. El TAV y la central nuclear de Lemoniz tienen una relación totalmente clara, porque el tren necesita una ingente cantidad de energía en su funcionamiento y construcción", asegura un portavoz de la plataforma Mugitu, contraria a este tren.

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