Eutopía

La mentira de los trajes

En concreto, el imperativo de la maternidad en una estructura desigual, ha derivado, a que las mujeres históricamente nos tengamos que quedar relegadas a la reproducción, cuidando de la descendencia y de las personas en situación de dependencia

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s i analizamos los conceptos de Sexo, Género, Sexualidad y Maternidad, podremos llegar a descubrir su interconexión. Son como esos “trajes” de la obra Orlando de la magnífica escritora Virginia Wolf: “Esos filósofos sostienen que los trajes, aunque parezcan frivolidades, tienen un papel más importante que el de cubrirnos. Cambian nuestra visión del mundo y la visión que tienen de nosotros el mundo”…Los llevamos porque se ajustan a las exigencias y requerimientos de la sociedad y la cultura imperantes. En concreto, el imperativo de la maternidad en una estructura desigual, ha derivado, a que las mujeres históricamente nos tengamos que quedar relegadas a la reproducción, cuidando de la descendencia y de las personas en situación de dependencia,  y al “servicio” de las exigencias del universo masculino. La maternidad, vista como el único sentido y el máximo rol de y para la mujer, se constituía  (y aún es así en muchos lugares del planeta) en pilar fundamental de la familia. La vivencia y justificación de la sexualidad, igualmente se entendía para tal fin, siendo necesaria para el sometimiento femenino. Verena Stolcke, cita en su artículo ¿Es el sexo para el género como la raza para la etnicidad?: “Las mujeres conceptualizadas como reproductoras de las jerarquías sociales adquieren una importancia especial”. Para mantener la desigualdad de clases desde la visión biológica y naturalista se requiere el control, por parte de la categoría masculina, de la maternidad femenina, y es de este tipo de planteamiento de los que se nutren las posturas racistas. Incluso cuando los “mitos” donde las mujeres son las portadoras del poder (diosa o niña), el resultado que se devuelve es el del fracaso y la experiencia negativa de la comunidad, así lo explica Virginia Maquieira, en Género, diferencia y desigualdad: “Siempre ligada a una idea de caos, desgobierno o sexualidad desenfrenada […] lo importante es la fuerza ideológica del argumento expuesto en el mito del gobierno de las mujeres que éste ofrece al dominio masculino al evocar una visión catastrófica asociada a una época de dominio de las mujeres” Es decir, hay una búsqueda de argumentaciones para implantar la diferenciación entre mujeres y hombres, dejándole la posición de infravaloración y de no reconociendo a las mujeres. Así las atribuciones asignadas a la categoría femenina y que han reforzado la desigualdad social desde los diferentes enfoques son: naturaleza, sentimiento, debilidad, reproducción o espacio doméstico, entre otras. Por eso, es prioritario establecer una nueva relación social para transformar las categorías hombre y mujer, y así darle solución a las desigualdades y discriminaciones que sitúan a las mujeres en un segundo plano o incluso a su invisibilización dada la postura impuesta de subordinación, dependencia y señalamiento de “ser inferior” frente a la usurpada y atribuida  “omnipotencia y hegemonía masculina”.

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