En estos tiempos claroscuros, la justicia se torna incierta, selectiva y arbitraria. Los medios de comunicación ya no nos sorprenden cuando destapan operaciones tintadas de corrupción, de abusos de autoridad, de usurpación y malversación de los recursos públicos, o de los frenos interpuestos para que la igualdad sea extensiva y sin predilecciones. A quienes son familiares directos de un personaje de la baraja española, a quienes se refugian en la inmunidad de sus cargos, a quienes su enriquecimiento socioeconómico les permite una coraza defensiva férrea, etc… parece que se les garantiza, por sus estatus (a pesar de la evidente podredumbre personal), una impermeabilidad que desata el desprestigio y la incredulidad hacia la objetividad y equidad de las instituciones judiciales y políticas. Qué la justicia es igual para toda la ciudadanía española…no deja de ser un comentario de mal gusto que aparenta salir de un vecino del país de “Jauja”, o del país de “nunca jamás” perseguiremos los paraísos fiscales, desfalcos, blanqueo de capitales, o utilización fraudulenta de las tarjetas públicas…Si el virus del ébola, ha sido y es preocupante, el de la pasividad y la indiferencia ante estos hechos nefastos de incalculable repercusión, podrán conllevarnos a un panorama nacional e internacional de convulsión latente, de desprestigio, de frustración bloqueadora…Erradicar de los puestos de representatividad política a quienes tienen sus ideologías en venta por sus intereses exclusivamente personales, es primordial. Desparasitar el Estado y el Mercado mediante la aplicación de los valores fundamentales como antisépticos permanentes, es otro paso que reclama darse. Se requiere destapar las ratoneras financieras para proponer y sembrar estrategias inclusivas. Necesitamos exiliar a indolentes y apostar por mujeres y hombres, que resuciten y revitalicen la Política…Trabajemos conjuntamente para que no se sigan escabullendo y aprovechando de la mayoría, los seres viles de un sistema parcialmente necrosado por acción y omisión. Mientras una minoría prospera vertiginosamente, el resto se empobrece con la misma rapidez…La precariedad laboral, el malestar psicosocial, la destrucción de los derechos laborales, o unos servicios, prestaciones y ayudas públicas de naturaleza social, sanitaria, educativa, de empleo o vivienda que sobreviven en la cuerda floja, entre otras infamias, son el caldo de cultivo para que aumente la pobreza absoluta y relativa. Como seres sociales, necesitamos aunarnos y fortalecernos frente a los ataques continuos a nuestra dignidad personal y comunitaria. Necesitamos encontrarnos, para no seguir perdiendo el equilibrio, para no permitir que destrocen sin miramientos y sin un rastro mínimo de humanidad, nuestro frágil bienestar individual, familiar, grupal y comunitario. Ya lo sabemos, la Unión nos hace fuertes…
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