La tropa que dice gobernar el ayuntamiento está que se sale: haciendo la ola y sin parar de reventar cohetes desde que cierto crédito solicitado para tapar otro anterior, haya pasado del 4 al 1%. Uno se pregunta en manos de quién andamos para que con tanto potencial económico como tiene Ronda, a lo único que alcancemos sea a trampear las trampas: refinanciar deudas con más deuda en la esperanza infantil de que alguien —Bendodo o Susana— las apunte en la barra de hielo.
Van de trileros: Gila en plan Draghi: incapaces de ver que por más que cambien la bolita de sitio, el pasivo del ayuntamiento no es que sea el mismo de hace tres años y medio, es que ha crecido de modo desorbitado al calor de sus ocurrencias y caprichos. Si PP y PA lo niegan es por la sencilla razón de que contabilizan en positivo algunas partidas que ahora penden de un ay: Ruiz Jurado y Merinos, por decir algo.
Adictos al peor peronismo, nos venden como un éxito mayúsculo la refinanciación de un crédito que llevaremos a nuestras espaldas hasta que Corea del Norte se asocie al Vaticano o Luxemburgo deje de ser la alcancía de los fulleros.
Del 4 al 1% es un ahorro, desde luego. Pero de ahí a sacar pecho… Se trata de una simple acomodación al precio del dinero, que ha bajado de modo considerable. Sin embargo, no es habilidad contable ni maravilla en la gestión, ya digo, sino mero ajuste al precio de los mercados.
Lo que deberían explicar es en qué se gastaron los millones de euros que pidieron de fiado, y antes que nada lo que tendrían que estar haciendo IU y PSOE es solicitar una auditoría —otra más— para saber si esos millones se dedicaron al pago de proveedores, que era lo previsto; pues con el estilo que se gastan bien pudiera suceder que una parte se la hubieran pulido en francachelas, ferias varias o en la celebración del Día del Catite. Y digo pudiera.
Aquí lo único que sabemos con certeza es que el Ayuntamiento debe —¡y usted más que nadie!— lo que no está en los escritos, pero como no hay modo de sacarles prenda, pues seguiremos en la certeza de que debemos mucho y más que mucho, aunque sin saber lo que se debe realmente.
Si al caos financiero sumamos el pasivo de millones que pretende encasquetar Ruiz Jurado por el chapú del Eroski o la que se nos viene encima desde Los Merinos por las cantidades anticipadas a cuenta de una obra faraónica que no llegó a ejecutarse, pues eso, que ustedes mismos, porque lo que es a mí, tirando por lo bajo, me da un total de más de treinta millones de euros en rojo para las cuentas del Ayuntamiento. ¿Que no? De aquí a unos meses hablamos.
Y eso, como está el panorama, con refinanciación o con intereses negativos, y por más que cambien la bolita de mano o de cubilete, seguirá siendo lo que es: una ruina que lastra el futuro de una ciudad que lo tiene todo a su favor para crecer, pero que no acaba de despegar por culpa de unos gobernantes que piensan más en el fin de mes que en las generaciones venideras. O sea, que debemos lo que debemos y más que acabaremos debiendo si finalmente se hacen realidad los amagos de Ruiz Jurado y Merinos.
Y no queda ahí la cosa. Ya decía la semana pasada que la ley de Murphy se cumple: todo lo que pueda acabar mal, saldrá mal. Todavía me tiemblan las piernas desde que les oí decir que van a hacer no sé qué extraño caminito o vial por el fondo del Tajo. Miedo me da. Con lo cenizos que son, fijo que se cargan el puente. Se empieza convirtiendo el Puente Nuevo en rocódromo, se continúa con una pasarela y se termina pillando azulejos con silicona.
Subíos los sueldos, aumentaos las dietas, triplicad los cargos de confianza, comprad el velero de Perales… Lo que vuesas mercedes quieran. Pero por Cristo y la Virgen Santísima, dejen en paz el Tajo, que es lo uniquito que nos queda.
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