Más vino y tres bolardos

La semana pasada entregué el artículo sin las correcciones oportunas. No es la primera vez que me sucede. Serán los años, supongo, que no perdonan.

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La semana pasada entregué el artículo sin las correcciones oportunas. No es la primera vez que me sucede. Serán los años, supongo, que no perdonan.

Me advierten de que algunos de los aludidos se han molestado, pienso que por no expresarme bien. Así que como la verdad ni confunde ni ofende, repetiré lo dicho. Y lo que dije es que no se explica que el PP de Maripaz y el PA de Isa Barriga renuncien a los planes con que la Junta trata de facilitar trabajo a nuestros jóvenes y parados de larga duración y, por contra, se muestren tan rápidas y certeras a la hora arrimar parné rondeño en beneficio del grupo que constituyen los bodegueros, a cuya causa y mayor estima donaron miles de euros para el arreglo de sus carriles. Que no digo yo que no lo merezcan, pero convendrán conmigo en que algo chirría con tanto parado de la ciudad.

Puede que también el “lobby bodeguero” ande necesitado de asideros, pero oiga, un respeto, que igual trato merecen nuestros hijos, o el pequeño negocio informático que da —daba— trabajo a seis personas (y cerró) o aquella familia que tuvo que clausurar el restaurante por falta de ayudas. Como sigamos dando a los que ya tienen y negando oportunidades a los jóvenes y pequeños, el coco de Podemos va a tener más votos que Franco en el referéndum del 47. Al tiempo.

No conformes nuestras dos alcaldesas con esta cortesía millonaria, pillan gracia pijoguay y se aprestan a un apaño —legal— que permite la recalificación de las bodegas. ¿Por? Ah. ¿Cómo? Ay. ¿Para? Para que sus dueños puedan aumentar la volumetría de las edificaciones hasta convertir lo que ahora son explotaciones agrícolas en complejos turísticos. Modificación del PGOU que, según la concejala de Obras, fomenta el “milagro” del enoturismo… Ahora me entero que eso era lo que hacía mi abuelo Manuel sin tanta vaina cuando iba a probar la añada al Sotoserrano y regresaba a los cinco días.

Sin embargo, ¿cuánto aporta el sector vinatero a la economía rondeña? Si me dan las cifras, prometo pasarme al tinto, aunque calculo que no más que aquel negocio quebrado sin que nadie se acordara de sus seis trabajadores. Cuando se quiere, hay dinero, pero no para echar una manita a nuestros jóvenes.

Las bodegas son un complemento, pero no son el ombligo de Ronda. El futuro no es el fomento VIP de los vinos: el verdadero futuro lo constituyen nuestros hijos parados y cada día más asqueados de todo y de todos. Incluso puede que yo mismo aplaudiese las ayuditas a los bodegueros, pero antes hay de echar una mano a los que más lo necesitan, o sea, a los parados jóvenes y de larga duración. Me consta que incluso los bodegueros lo ven así. Entonces… ¿Por qué se gastan miles de euros en carriles bodegueros y no hay para los más jóvenes? Usted mismo.

¿Solicitaron los viticultores el arreglo de sus caminos o se los alquitranaron por casual ocurrencia de algún concejal maestro en catas? ¿De dónde se sacaron esos miles y miles de euros, pregunto de nuevo, y de qué partida se quitaron? ¿Por qué no organizan un cursillo, ahora que acabaron con los cursos de verano, y miran a nuestros jóvenes desempleados a los ojos y, sin pestañear, les explican —la alcaldesa y el ex del CEDER— el porqué no hacen nada que palie su desamparo absoluto?

El colmo y lo que mejor define estos años de total inutilidad fue la rueda de prensa convocada por el concejal Arenas a las puertas del Fernando de los Ríos. Cuatro micrófonos, tres bolardos… Y todo para decir que habían cortado al tráfico unas decenas de metros en la calle San Francisco, obedeciendo así una petición “histórica” —¡eso dijo!— de los padres y profesores. Si así se crecen ante tamaña proeza de gestión, no sé que será de nosotros el día que nos aclaren por qué apuestan por el turismo del vino y, al tiempo, se dejan hundir el casco histórico, que lo tienen como lo tienen. Bajo palio de Podemos los van a correr.

Aquí desde que el concejal Morales solucionó el caos del cruce de calle Sevilla con un laberinto increíble pero eficaz, nadie hizo nada de interés. Y sin bolardos.

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