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Las Primarias

"No sé todavía el resultado de las primarias. Escribo antes de celebrarse y por tanto no se me puede acusar de oportunista"

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¿Han visto ustedes cómo grita? El día menos pensado le rompe el tímpano de un bocinazo a uno de sus colaboradores más cercanos. Susana Díaz, más socialista que nadie, va por ahí gritando a los cuatro vientos que ama al PSOE, que al PSOE hay que quererlo y que no consiente que nadie le habla mal de su PSOE. Me recuerda a algunas madres que dan una paliza diaria a sus hijos, pero que luego, cuando alguien molesta a su niño, es capaz de sacarle los ojos al grito de “A mi hijo no le pega nadie nada más que yo”.

Porque doña Susana, tan maternal con sus siglas, no está haciendo otra cosa, a mi modesto entender, claro, que cargarse al PSOE día a día, intervención a intervención, mitin a mitin. Cuando se grita mucho es porque no se tiene razón y ella va por ahí alardeando de pasión socialista cuando todo el mundo sabe que lo único que busca es su ambición personal, muy legítima, por supuesto, de ser la primera Presidenta de un Gobierno español. Que para ello tenga que dilapidar el Gobierno de la Junta de Andalucía, que es lo que está haciendo, no tiene importancia. Que para ello tenga que dividir al PSOE, tampoco.

Y de Pedro Sánchez ¿qué me dicen? Tiene días de acostarse monárquico, constitucionalista y olé, y de levantarse partidario de la nación de naciones, y de los referéndums. Ahora le ha dado por cantar La Internacional y de levantar el puño cerrado, como si se tuviera más razón con el puño cerrado que con la mano abierta.

No sé todavía el resultado de las primarias. Escribo antes de celebrarse y por tanto no se me puede acusar de oportunista. Pero gane quien gane creo que ninguno de los dos va a ser bueno para el PSOE. Susana Díaz porque hay amores que matan, y Pedro Sánchez porque no se puede uno mover según el viento que corra. El PSOE no puede depender del Poniente o del Levante, sino tener un Norte.

¿Patxi López? El único que tuvo dos dedos de frente en el debate. Un hombre comedido, serio y empeñado en que el PSOE se reunifique. No habló tanto de amor, ni le regaló los oídos a los afiliados. Pero entre el amor sin medida de Susana Díaz, tan asfixiante, y los bandazos de Pedro Sánchez, tan mareantes, prefiero a una persona tranquila. Será la edad.

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