Arcos

Las memorias

“No. Germinal Manzano no va a ganar el Premio Planeta. Pero a este ya veterano lector que soy le ha sacado las lágrimas de emoción por una vida auténtica..."

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Quedamos en el tabanco del “Huerterito”, en la calle Sevilla.  A esa hora, siete y media de la tarde, casi no hay parroquianos y “Canal Sur” retransmite para nadie desde el televisor. Un poco antes de Germinal aparece por el local una chica que ofrece cupones de la ONCE, la ilusión de todos los días. Yo espero en una silla, buceando en los wassap de mi móvil.

A la hora exacta llega Germinal Manzano. Puntual, formal, algo tímido, me alarga su libro y me lo abre por la página de la dedicatoria, donde puede leer en su letra “A mi amigo Pedro Sevilla con cariño”. Debajo su firma, firma de hombre que ha aprendido a leer y a escribir tarde, ya de mayor, cuando sus obligaciones laborales se lo han permitido. Me explica que su señora está enferma, impedida, y que él tiene que atenderla, y que hasta esta hora no tiene un rato para poder salir, aunque sin despegarse mucho de la casa.

Germinal Manzano, que acaba de cumplir ochenta años, nos sorprendió hace ya algunos años con la primera parte de sus Memorias. Dice que escribe para sus hijos y nietos pero realmente escribe porque es escritor, de esa estirpe de hombres y mujeres que necesitan ver la vida escrita para degustarla doblemente, con su miel y su amargor, para que nada se pierda por los desgalgaderos del tiempo. Él mismo sabe que su prosa no es maravillosa, ni su sintaxis es rebuscada o cuajada de belleza, pero la salva la veracidad, la autenticidad y el amor al pasado, al recuerdo, a la memoria, a la vida vivida.

Está uno harto de leer libros premiados, aireados y publicitados, que nos dejan ni fú ni fá, como si hubiésemos leído el prospecto de un champú. Pero de vez en cuando, gracias a Dios, caen en manos de uno estos libros artesanales que lo reconcilian con la ocupación gozosa de la lectura. El libro de Germinal lo he leído de un tirón, a veces con lágrimas en los ojos porque en él he podido asistir a la vida y la verdad de un hombre bueno. Y he podido asistir, además, a la ternura humana, hecha de renunciaciones y de sueños.

No. Germinal Manzano no va a ganar el Premio Planeta. Pero a este ya veterano lector que soy le ha sacado las lágrimas de emoción por una vida auténtica, por un amor inmortal y por un afán de superación inquebrantable. ¿Qué más puede uno pedirle a un libro?

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