El jardín de Bomarzo

Del ramo una flor

De los doce me quedo con este

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De los doce me quedo con este. Hay otros que también, de hecho casi todos tienen un algo con lo que enlazar un suspiro, pero sin duda el presente, el de las flores nuevas del jardín, el de la luz intensa que atempera el horizonte y te saca del frío reciente a lomos de una primavera escasa, el que devuelve el rugido de motos que se bajan al sur en su cita anual, el que anuncia taconeo sobre albero en esas ferias ansiosas por recibir lunares para derramarlos por tablaos y casetas, el que destapa y broncea pieles, e insinúa curvas, el que llena catavinos de dorado frío en terrazas para hombres que, entre sorbos y aceitunas, debaten tal vez sobre clima, fútbol o sexo, que son los asuntos realmente vitales. Mujeres también hay, muchas, de lo contrario nada de todo esto tendría sentido alguno.

Políticos. Las presiones que sobre Griñán y Chaves ha hecho el PSOE para que anuncien su obligada decisión de no continuar una vez que saben que en ningún caso el partido les renovaría no son suficientes como para que, sobre todo, Podemos y Ciudadanos se abstengan y propicien la investidura de Díaz, que amenaza con repetir la votación y dilatar el show cuanto sea necesario y hacerlo metiéndose en medio de la campaña a las municipales. La idea es proyectar la foto fija de pinza y la amenaza, al final, de nueva convocatoria electoral enarbolando la bandera de ese victimismo andaluz que tan buenos frutos puede llegar a dar. Y ante eso, la oposición se mira de reojo, temerosa, no sabe si resistir el temporal o saltar al vacío, más cuando todos quisieran lo mismo: propiciar la investidura, evitar nuevas elecciones y que el PSOE se achicharre gobernando en minoría. Legislatura corta, tal vez no más de un año. Pero salvo que alguien mienta, que tampoco es descartable a tenor del sector del que se trata, no es nada fácil que haya investidura al menos hasta después de las municipales y, parece, el PSOE fuerza estos días a ver si de farol pesca un pez llamado incauto; electoralmente, quien facilite la investidura a pocos días de unas elecciones está matemáticamente jodido.

PP & Ciudadanos. Asumido el hecho en el PP de que Ciudadanos es para ellos como Podemos para el PSOE o IU, la pregunta general de cara a las municipales, donde se vaticina un retroceso popular con la pérdida de muchas mayorías e, incluso, de alguna que otra diputación, es cómo afrontar estratégicamente la llegada del partido de Rivera, si atacarle para frenar la sangría de votos que lenta pero constante circulan hacía allí o si, por contra, asumir la pérdida en la idea de que es inevitable y preferible de que ese voto termine allí a que se quede en casa o vaya a otro sitio donde sea más difícil recuperarle en posteriores pactos de gobierno. El PP siempre ha tenido dificultades para encontrar muletas donde apoyarse y Ciudadanos puede ser una porque su voto, con matices, podría asumir un acuerdo con ellos antes que con un PSOE habituado a devorarlo todo. Por tanto, ¿atacar o mirar hacia otro lado? Silbarán al cielo ante el paso de Rivera y sus nobles franquicias.

Cádiz. Entre pasillos se comenta que este o aquél ayuntamiento cae, que si Landaluce está muy fuerte en Algeciras, Teo más débil de lo previsto en Cádiz, Pelayo resiste en Jerez pero quizás no llegue a la mayoría, en Rota continúa el pacto PP-RRUU si las sentencias no lo evitan, en El Puerto gana PP pero pierde concejales, en San Fernando Loaiza y Cavada están cerca uno de otro y Ciudadanos puede ser clave, en La Línea gana PSOE pero no por demasiado, en San Roque, Ruiz Boix sin mayoría, difícil pacto, en Los Barrios Jorge Romero suma gobierno y, puede ser, diputado, o en Arcos el PP se come buena parte de Aipro, pero con el PSOE cerca. Encuestas. Determinante es el cambio de diputados entre los partidos judiciales de Sanlúcar y Chiclana; el primero cede uno, que lo pierde el PSOE –de tres se queda en dos; uno PP y otro PSOE-, y el segundo gana uno, que lo consolida el PP –de tres pasa a cuatro; dos PP y dos PSOE-. Esto puede ser clave en la suma final, y le viene mejor al PP. El PSOE, mientras, cuenta con poder quietarle un diputado al PP en Jerez y La Línea, y otro a IU en la sierra. Perdiendo el de Sanlúcar y sumando estos tres llegaría, en el mejor de los casos, a catorce, a dos de la mayoría. Todo el mundo haciendo cuentas, hasta IU, que se puede ver fuera de todo.

Flores. Me gusta mucho la costumbre catalana por San Jorge de regalar un libro y una flor: lo primero son sueños a lomos de palabras, mientras que regalar flores se me antoja como dar besos adornados con pétalos y, hoy, siendo esto un jardín que florece pleno en mayo haré de catalán siempre y cuando nadie me señale por ello, ¿eh? Lo he dicho otras veces, las fronteras y los muros se derriban con libros y, tratándose este de un espacio político nada usual, recomendaré El Fango de Garzón, absolutamente demoledor: política, justicia y corrupción durante 40 años en España escrito por uno de los jueces estrellas de las últimas décadas y que tan de moda están. ¿Flores? Corto un buen ramo de margaritas con pétalos firmes y blancos y del ramo guardo la primera flor para Lucía, mi Lu, otra para Daniela, que a punto está de venir, una para cada uno de mis amigos que han visto sobreseída la demanda injusta que contra ellos puso Urbanos Amarillos, para Eva, Juan Antonio y Lorenzo, otra para Víctor, a quien no dejaron cerrar su acto pero que lo hizo genial, y para Susana también, que nos miramos de lejos mientras ella hablaba, para que se la guarde a su chicharito, tres para los chicos de Irene, el grande y los otros, y otras tantas para Bernardo, Leo, Mónica, Inma y la otra Inma, en Tarifa, Nata, Antonio, que con dos la va a liar en Diputación, y una para cada uno de todos aquellos que durante este año han sido mencionados, señalados, acusados o, también, dulcemente ponderados en este floreado espacio. La última, metódico, la inserto en un sobre con dirección a Puerto 3 y la adjunto junto a la carta de hace unos días a Estimado P y que tanto pitido ha provocado en mi maltrecho móvil –pitipi, pitipi, pitipi…-. Y es que, pese a los controles de los hombres de verde y aún casi sin puntos, me encanta conducir pisando el límite.

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