¡Huy!, perdón, quería decir Arco – 2015.
Recientemente se ha ´producido´ una vez más el acto: La feria de arte que en 1982, bajo el gobierno del insigne e Ilustrísimo alcalde D. Enrique Tierno Galván, fundara la señalada Juana de Aizpuru, galerista donde las haya e ideóloga artística en un momento en alza de la cultura y la movida madrileña sin parangón hasta la fecha en la capital.
La Feria de Arco, en sus últimas ediciones y como ejemplo la que se clausuró el pasado 1 de marzo, ha venido siendo en función de la evolución de los acontecimientos sociales y políticos el vivo reflejo de un agostamiento un tanto maltrecho del arte, cuyo exponente en la presente edición se nos antoja ciertas obras que andan circulando por la red para asombro de los ilustrados y contubernio de los caraduras.
Vamos a citar dos de las que se han expuesto en esta Feria a modo de ejemplo.
Pero antes les invito a hacer arte. Es muy fácil.
Consigan una trituradora de papel, destruyan una cantidad ingente de documentos, dispóngalos debidamente en un montón y…!ya! Tienen la obra.
Consigan una madera de escasas proporciones que pueda ir adherida a la pared. Pongan un vaso de agua medio vacío (o medio lleno) encima de la madera y… ¡ya! Tienen otra obra.
Atención, porque estas dos obras oscilarán entre ocho y veinte mil euros. Eso sí, si consiguen convencer al excéntrico curator - manager - , o a la más insalubre galería que le represente.
Pues éstas, así descritas, son dos de los ejemplos de Arco 2015 a los que hemos puesto el epíteto no sin cierta dosis de ironía, de geniales.
No parece conveniente ser políticamente incorrecto en esto de la profesión artística. Como en todas las cosas. Parece que el gris jugara mejor papel en cualquier cuestión que necesitara ciertas dosis de compromiso a la hora de opinar. Sobre todo si está en juego la candidatura de uno mismo.
Pero esto del Arte tiene una ventaja si de verdad se vive con pasión; desde dentro; hasta los tuétanos. En libertad.
La ventaja que tiene el Arte es poder elevar la voz ante lo políticamente correcto para desmontar tanta falacia en torno a una actividad que nada tiene que ver con el mercantilismo, engaño o la desaforada marca de la idiotez en la que intentan sumir a quienes de verdad buscan emocionarse a través del mismo.
Perfectamente podríamos cambiar el nombre de la Feria que todos los años por estas fechas quiere hablarnos de arte, o tan solo una letra como lo hacíamos por equivocación.
Porque es un asco en realidad que las palabras no sean dignas, no se respeten. Y al igual que en artículos anteriores las defendíamos como ´palabras sagradas´, el diccionario de la lengua española es tan rico, que bien podríamos dejar el Arte para otras lides que no sea una feria de este tipo.
Cuando pronuncio la palabra feria, me traslada a aquel espacio más medieval que chic donde la burlona, inefable y cruda muchedumbre trasnochaba su sedienta y babosa sed de divertimento en la cruenta opresión que ejercían los feudos de la no menos medieval época, en la que bufones, gente de dudoso vivir y elaboradores de elixires engañosamente sanadores, paseaban sus carromatos por las embarradas superficies de los extramuros acaudalados de los poderosos.
El arte debería ser algo serio en cuanto a actitud y compromiso para el que se denomina artista. Sin renegar, eso sí, de lo hedónicamente placentero, ocioso y satisfactorio que en muchas de las ocasiones conlleva para el propio autor y para quienes lo disfrutan.
Pero, meter en el saco del arte el sin sentido mediático, la capacidad oportunista y la hipocresía de los llamados "curatores" y "entendidos", además de la prole carnavalesca que gira en torno al mismo, es, cuando menos, de cuento, por no decir de fábula. Entiéndase sin acritud por favor.
Siempre suele ser recurrente en cualquier escrito que tiene como finalidad su publicación en medios, afianzar el aserto proponiendo una serie interminable de citas que aseveren lo que se expone o defiende. En el mejor de los casos haciendo referencia a personas o personajes ilustres y fácilmente reconocibles.
Tengo que decir que siempre me ha parecido una práctica un tanto sospechosa que limita entre lo pedante e impersonal del asunto.
Pero por necesario en este tema vuelvo a quien mencionaba arriba, fundadora de la feria de Arco, la cual recientemente viene a decir sobre el devenir del arte desde aquellos años que “el cambio es tremendo. Entonces había más romanticismo, más trabajo por amor al arte, y ahora lo que domina es el mercado, sobre todo el promovido por las subastas, con precios que se miden en millones de dólares y que van dedicados a unos coleccionistas nuevos, prepotentes, riquísimos, que han contactado con el arte contemporáneo recientemente y que usan su poder mediático para dar una imagen cultivada, moderna y poderosa de ellos mismos y de sus países”.
Y preguntándola sobre si es bueno todo el arte que reluce en Arco dice: “Ni mucho menos. Como en casi todas las ferias, hay un porcentaje muy elevado de obras bastante mediocres”.
No hago más referencias. Para qué.
Fabulamos, novelamos idealizando las hazañas tanto pictóricas como vitales de los históricamente llamados grandes maestros. En muchas ocasiones seguidos, en vida, del más absoluto desprecio y abandono, elevándoles después al olimpo inversionista de desaprensivos millonarios.
Despreciamos la costosa carrera de las Bellas Artes, ya sea homologada o vital que a través del ejercicio continuado, el empeño y la costosísima adquisición de los materiales habituales para su realización, también enriquece a la industria correspondiente. Abandonamos la actividad de artista al no reconocerla en toda su amplitud. Ignoramos todo sobre el arte por ser materia de segunda clase en la enseñanza según el Ministerio de turno. En definitiva, toleramos que sean los de siempre quienes, en la lejanía de los actores (los artistas) vengan a decir qué es o no Arte.
Así sucede. Así nos lo cuentan y nosotros lo creemos.
No obstante, para quien de alguna manera debemos sentirnos responsables, hemos de posicionarnos.
Como resulta quizá debamos concluir que... SALVANDO LA CALIDAD Y HONRADEZ - que también existe – invitamos a redefinir las siglas: Arto Reza Caricaturas Obscenas.
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