Es la hora de gobernar

En estos momentos hay que confiar en la política y no en quien la ejerza.

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La política actual española se mueve entre dos vertientes; por un lado, perder la autonomía soberana a favor de los mercados, gestionando las directrices por ellos marcadas y, por otro, gobernar atendiendo a la pluralidad de las urnas. En estos momentos hay que confiar en la política y no en quien la ejerza, con el moralismo que da una imaginación avivada por los acontecimientos del pasado reciente.

Los políticos gestores están bajo el control de los mercados financieros y la tecnología de los poderosos, que les hacen dueños de dichos mercados. Su falsa magia es ser competitivo, una fórmula para desmontar a la pequeña empresa, aquella que corrige el paro y la pobreza. Un estado sin desarrollo social, no posee desarrollo económico. Las economías neoliberales sólidas son ajenas al progreso social y originan un aumento de las tensiones sociales, que son amortiguadas, con distintos pretextos, por los medios de confusión afines a las grandes corporaciones, desconocidas por los ciudadanos, debido a su complicada estructura y sus sofisticadas sutilezas operativas en mercados desregulados. Unos ciudadanos mal informados de la reingeniería socioeconómica, que difícilmente sobreviven a un mundo marcado por la escasez de muchos y la ambición invisible de unos cuantos.

Los políticos gestores nos hablan de flexibilizar las condiciones de trabajos, reducir el déficit, de la inviabilidad del estado de bienestar u otras cuestiones sociales para su propio bien, aunque proclamen que es para el de todos. Su único pensamiento es que a las personas criadas para la pobreza, hay que garantizarles la pobreza, por lo tanto hay que estimular el libre mercado y la desregulación de estos. Para ellos, el “ganao” humano, denomínense personas sin hogar, estudiantes, inmigrantes, pequeños propietarios del comercio o personal cualificado en los distintos oficios, no les importa que pierdan sus puestos de trabajo; expresan que, lo importante son las variables macroeconómicas. Por eso, necesitan buenos políticos gestores que no gobiernen.

Gobernar es resolver la problemática social, sin moldear las opiniones de los ciudadanos y encauzar la economía social hacia un estado efectivo de bienestar.

Al buen gobernante, aquel que no cede la soberanía de su pueblo, no le va a dar facilidades los mercados financieros; por eso, es la hora de los buenos gobernantes, que sin el apoyo y la comprensión de todos no podrán resistirse a los envites que les esperan. El poder global irá a su búsqueda, les marcarán las reglas del juego, y si no obedecen, los sacarán de la partida en juego o economía financiera mundial, aquella que se han dado los poderosos, sin contar con los ciudadanos libres de este mundo. El mago de Oz nos observa.

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