El desmantelamiento de Cataluña

La decadencia de un país comienza por las crisis económicas.

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Quien se interese por la política española, sabe que existe una cuestión territorial que durante la democracia no ha sido solucionada. España ha llevado a cabo grandes transformaciones sociales, a pesar de su deriva nacionalista. No seré quien ponga en duda el derecho a decidir sobre los pueblos,  pero siempre ha de hacerse con el respeto debido al pueblo español y a su verdad histórica. Un pueblo no es algo inmutable y culturalmente definido, es un ente histórico cambiante en su destino. Los estados son artificios de gestión pública, la nación, unión de valores y símbolos representativos, y la comunidad la integración  libre de personas.

Las regiones, que forman los diferentes territorios de un país, sólo conservan los nombres y algunas tradiciones singulares. Cuando se habla de las distintas identidades de los pueblos de España, nos encontramos ante un concepto poco preciso y sólo se encuentra en las mentes del separatismo político, ante la incapacidad de formar comunidades geográficas solidarias. España es una unidad heterogénea, mezcla de poblaciones y de relaciones universales de ciudadanos libres; pensar en libertadores, conquistas, levantamientos, revoluciones, héroes de papel, uniones dinásticas o matrimoniales sólo está en rivalidades políticas ambiciosas de poder o grandeza histórica, que tratan de manejar el normal comportamiento de los ciudadanos.

El don sagrado de la lengua materna no debe confundirse con una lengua oficial de comprensión general. Si se observa la cuestión de manera objetiva, no cabe racionalmente la posibilidad social de que dos pueblos vecinos con lazos afectivos durante siglos quieran un  desarrollo social diferente. Especifico, a modo de aclaración, el término desarrollo; pues el separatismo conlleva el desmantelamiento de lo que compartíamos con otros territorios y que pertenecen al desarrollo general de España.

En un posible escenario de desmantelamiento, que no es de independencia, hay que ordenar los pasos a dar, para que no afecte a la estabilidad política de España; habrá que establecer fuertes medidas que garanticen una sólida economía nacional y esto hay que hacerlo con cierta tranquilidad social, pues los separatismos buscan generalmente los periodos de confusión política.

La decadencia de un país comienza por las crisis económicas. Puede reforzar nuestra economía las importaciones y exportaciones, el comercio interior, las infraestructuras, la cooperación internacional, la localización de las inversiones industriales, la política energética, los productos manufacturados, así como la protección social del sistema económico español; es obvio que fácilmente podremos reestructurar nuestro sistema constitucional, sin que nos afecte el desmantelamiento de Cataluña.

Debemos saber que estructura social global es necesaria para nuestra convivencia y luego traducirla al ámbito político. El poder político de algunos territorios no puede estar deteriorando constantemente la capacidad de progreso de los demás.

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