La suavidad del deseo

Sólo pido respeto – hombre o mujer - a la autoridad que te entrega tu pueblo.

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E n asunto de elección política, mi suave deseo sería encontrar una autoridad municipal sensata, veraz y noble; asociada al pueblo que la elige. Una autoridad legítima que abarque a todos, alejada del culto cerril a las directrices del partido como algo supremo. Que tome como criterio de gobierno, propulsar las energías vitales de una ciudad cada vez más fosilizada; y como ideal político, la práctica del “ultraísmo” – una manera de hacer política radicalmente opuesta a la actual -. Destensando junto a otros grupos la piel de la verdad y creando políticas comunes; por lo que concluimos que en política sólo hay una línea de separación: la intelectiva de la no intelectiva.

En las discrepancias políticas el desacuerdo es natural, el desentendimiento es irracional; a veces, es tan ínfimo que una frase cruda de desprestigio no ayuda, lleva a la intransigencia. La cerrazón racial es una falta  ética a la convivencia de un pueblo. La comprensión es sentir respeto hacia las opiniones objetivas de los demás. Si primamos las ideas del partido y sus principios doctrinales o nos regimos por opiniones personales dando la espalda a la situación, nos encontraremos sobre criterios que han hecho pequeños a muchos otros/as que os antecedieron y no basaron sus sensibilidades en la realidad circundante.

Para rehacer este mundo hay que rehacer a las personas; no por cambiar el sistema, la política o la economía se hace cambiar a las personas, pero tú como autoridad ciudadana ejemplar: - hombre o mujer -, puede convertir los deseos de la masa descolocada y, a veces, demasiada emotiva y poco reflexiva en cívica convivencia. Haz de la ciudadanía un oficio, incúlcale el deber de trabajar por el pueblo. En el diario despertar de la soledad del despacho muestra moderación de apetencias. La razón degrada a los que sin razón fingen lo que no querían ser y se aprovechan de la política. Te pido continencia en tus capitulaciones municipales o cuando se te crucen preocupaciones de quienes injustamente te critiquen. A la hora de nuevos planteamientos, en la intimidad de tus reflexiones, acuérdate de estos tiempos difíciles; reblandece los criterios hacia los que en la oquedad de sus inquietudes se aloja la más cruel austeridad, los que nada tienen y nada significan, los que padecen la miseria inhumana.

La crisis económica es un mal que se ahonda y se ensancha por las intenciones siniestras de quienes quebrantaron las ilusiones de una juventud perdida y trabajadora cuyos propósitos rompieron al salir de las escuelas. En los que van y vienen, y andan tirado como espigas de setos en las plazas, inoculados por la vida misma, encallecido por el dolor de lo imposible, sumidos en el mayor delito: desconfiar de sí mismo; ya transidos de esperanzas.  Y en muchos otros que duermen sus tristes noches sin saber del vivir del día. Fruto de políticos dolosos cuyos fracasos fueron repugnantemente recompensados.

La participación exige un tipo de conducta que canalice la angustia del presente y alimente el futuro. El presente se  coloca ante la situación, el futuro se llama solvencia de la actividad pública de una administración fuera de los puestos insustanciales, cuyas jerarquías son inversamente proporcionales al nivel de exigencia profesional. Sólo pido respeto – hombre o mujer - a la autoridad que te entrega tu pueblo y eso se logra compartiendo las circunstancias, los problemas y los intereses de tu comunidad.

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