Qué PODEMOS esperar

Las convicciones políticas en “buenas causas” o valores sociales, carecen hoy de proteccionismo.

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Esperar que el sistema financiero pueda cambiar y con ello, que la sociedad vaya a evolucionar en el buen camino es tan insensato como imaginar que no existe ningún tipo de crisis. El político sólo tiene un deseo (…), conservar su posición de dominio y ver todo desde el punto de vista del propio interés. El pragmatismo que alimenta a las finanzas internacionales necesita de la presión  popular. Los ciudadanos piensan que los políticos sólo desean sus votos, después la ciudadanía no tiene ningún valor…, (idea alejada de la realidad, aunque existe ese sentimiento). Pero todo obstáculo que se alza entre las condiciones de vida de los pueblos y sus deseos de mejora provoca su desesperanza.

Los ciudadanos quisieran gozar de unas necesidades básicas que ven como se deterioran cada día, para ellos, la política se convierte cada vez en mayor indiferencia por su ineficacia. Pero pronto ha de llegar el día en que el verdadero depositario del total de todos los derechos individuales – las urnas -, de fe de su descontento y que cada uno con su derecho en la mano lo convierta en poder superior y ponga fin a los tiempos revueltos de las economías, a las sórdidas avaricias del poder de unos pocos. Esos miles de cientos de personas obligando a sus conciencias mutuas a actuar con sus votos  en el fundamento de la moral natural,  para dar razones al verdadero pilar de la justicia del pueblo: la democracia.

Las convicciones políticas en “buenas causas” o valores sociales, carecen hoy de proteccionismo. La política es marcar el bien, también construirlo con disciplina, luego, comunicarlo y ejecutarlo. Mostrar que los valores políticos significan beneficios a la sociedad, reflejo de proyectos tangibles que den posibilidades de progreso a los jóvenes, motores de la comunidad, y al resto de población activa o emprendedora.

Una política económica de sobriedad ha de tener un modelo social y humano coherente como referente. El desarrollo de un país les corresponde a sus ciudadanos. El reembolso de las deudas soberanas hacen frágiles las economías nacionales impidiendo actividades generadoras de empleo. Los mecanismos de la deuda soberana permiten a las instituciones financieras internacionales asumir un enorme protagonismo en las economías de los países deudores, y las dependencias que soportan los países pobres de los ricos, que imponen sus políticas en forma de recomendaciones que no son leyes, en los llamados planes de ajustes estructurales y en las ayudas condicionadas que mejoran el comercio de los privilegiados, adquiriendo además el derecho de supervisión de las políticas económicas nacionales.

Las negociaciones de las deudas se realizan casos por casos para mantener la posición de fuerza, existen casos excepcionales, valga a título de ejemplo el de Rusia, que en 1998 decidió unilateralmente una moratoria de tres meses y obtuvo una anulación en un 30% de su deuda. Las mejoras macroeconómicas no las vinculamos a la economía domestica, la estabilización macroeconómica es para satisfacer en gran proporción a los acreedores. El deterioro de las prestaciones sociales afecta cada vez más a los sectores más vulnerables de la población.

En el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional el derecho de voto es proporcional al peso financiero, los países acreedores están organizados en el Club de París para analizar las dificultades de pagos y asegurar los mismos, y los bancos de los países industrializados se reúnen en el Club de Londres con el mismo fin. Estamos ante una tecnocracia de estabilizar, liberalizar y privatizar.

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