Campo de Gibraltar

¿Dónde estaban las llaves de la Verja de Gibraltar?

Se cumplen 35 años de la apertura a los peatones de la frontera entre La Línea y el Peñón

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  • Gibraltar -

La "verja" de Gibraltar conmemora hoy el 35 aniversario de su apertura a los peatones, un día que se vivió con una inmensa alegría, sobre todo entre las muchas familias que habían quedado separadas los 13 años que duró el cierre, y en el que no faltó la intriga, ante el rumor de que las llaves se habían perdido.

El rumor se extendió como la pólvora entre los cientos de vecinos de La Línea de La Concepción y de Gibraltar que habían acudido la medianoche del 14 de diciembre de 1982 a un lado y otro del que es considerado el paso fronterizo más pequeño del mundo para ver cómo esas llaves abrían la verja definitivamente, una medida que adoptó el primer gobierno de Felipe González.

Ante la larga espera que tuvieron que afrontar esa noche, se empezó a decir que se habían perdido las llaves. Pero no era real.

"Lo que realmente ocurrió fue que hubo un pique entre Policía y Guardia Civil por ver quién era el que abría la verja y saldría en la foto. Finalmente el administrador de la aduana se cansó de la disputa y dijo que la abriría él, y salió con las llaves de paisano", ha explicado a EFE Ángel Lozano, que entonces, como inspector de Policía, fue el encargado de montar el dispositivo de seguridad de aquella jornada que se vivió "con mucha alegría y emoción".

El dictador Francisco Franco ordenó el completo cierre de esta verja el 8 de junio de 1969, días después de que Reino Unido dotara de un estatuto de autonomía a la colonia, que dos años antes había votado masivamente en un referéndum continuar su relación con Londres.

Las comunicaciones se cerraron por tierra, mar y aire para dos poblaciones vecinas que ni siquiera podían comunicarse por teléfono.

Muchas familias "mixtas" sufrieron durante trece años la separación por aquel bloqueo, porque la única vía de reunirse, viajar a través de Marruecos, no era fácil.

"Para muchos la única comunicación era ir a la verja, llamarse a voces y hablarse y verse como se podía. Era un espectáculo muy triste", recuerda Ángel Lozano, ahora jubilado y que fue durante muchos años comisario de La Línea.

El cierre provocó situaciones desesperadas, como la que vivió el linense Manolo Márquez. Cuando tenía unos 17 años fue a Gibraltar, a través de Marruecos, para visitar a su hermana, casada con un gibraltareño y que se acababa de quedar viuda con tres hijas.

En sus días allí le salió un trabajo y se quedó a vivir en la colonia británica, en una holgada situación que le permitía ir a La Línea a ver a su familia en sus vacaciones.

"Un día, cuando ya se podía hablar por teléfono, estaba con mi hermana y llamaron para decirnos que mi padre había fallecido. No sabía qué hacer, ni siquiera pensaba. Me fui directamente al mar e intenté pasar a nado, pero oí un disparo o una bengala y me volví. Me fui para la verja, me agarré a los barrotes y sin darme cuenta subí, la salté y fui con las manos en alto al control de la Guardia Civil, con el frío y los nervios no podía ni hablar", recuerda a EFE.

Su arrojo le valió conseguir su objetivo, estar con su madre y enterrar a su padre, aunque en calidad de detenido.

Vivió con emoción, el cuarto en la cola, la apertura. "Pensé que ya sería lo mismo ser inglés que español, que en Europa sería todo el mundo igual. Pero a la vista está que no", cuanta mientras confiesa que se arrepiente "muchísimo" de haber decidido entonces instalarse de nuevo en La Línea.

"Si me hubiera quedado mi hijo tendría ahora una buena carrera, porque allí hay muchas ayudas para eso. Aquí mi hijo es un parado más, sin porvenir", se lamenta.

Dos años después de la apertura a los peatones, se permitió también la circulación de vehículos y mercancías, lo que normalizó un paso que actualmente usan diariamente unas 9.000 personas que residen en España y trabajan en Gibraltar y por el que cada semana transitan unos 350 camiones con abastecimientos para la colonia, en su mayoría españoles.

A pesar de la normalización, este paso ha sufrido de tanto en tanto las tensiones políticas. El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, suele decir que las colas que se forman a veces en la frontera son "el termómetro" del enfado del Gobierno español.

Recientemente España ha modernizado las instalaciones para agilizar el tránsito.

Tras estos 35 años de desbloqueo de la verja, los vecinos de uno y otro lado miran ahora con inquietud cómo influirá en sus rutinas el "brexit".

"Hace falta buena voluntad por todas las partes, de Gibraltar, del Reino Unido y de España", dice Lozano.

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