Cádiz

La barbarie de una guerra cabe en una fosa de 31 metros de largo

Mientras se está a la espera de su identificación, la historia de los 185 fusilados de la fosa común de Puerto Real está marcada por la barbarie y la crueldad

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Los pueblos en general suelen tener mala memoria. Olvidan el pasado, sobre todo los errores cometidos, y luego éste pasa factura. Factura en forma de historia que se repite, como si no quisiéramos aprender. Olvidamos lo padecido, el olor a sangre y pólvora, el sufrimiento como si se tratase de un simple dolor de muelas. Pero es mucho más lo que está en juego cuando hablamos de memoria colectiva…

Aunque estén bajo tierra, en cunetas aisladas, en fosas comunes desperdigadas por los campos de esta España, no hay suficiente arena, ni cemento, que entierre la barbarie que aquí se vivió hace unos ochenta años. Cráneos fracturados, cuerpos desmembrados, orificios de bala, infamia, indecencia a raudales, que nos recuerda hasta qué límites puede llegar la condición humana. Lo hicimos nosotros, nuestros antepasados más cercanos… aún hay torturadores y torturados que respiran este mismo aire que usted respira mientras lee estas letras.

Y claro, no es de extrañar que de tanto intentar enterrar la memoria, sepultar el recuerdo y evitar el resarcir a las víctimas con la más mínima dignidad, hoy estemos viviendo momentos tan lamentables como el resurgir de banderas agitadas al viento que despeina y destapa los extremismos. Extremismos que siempre acaban por dividir y jamás por unir. Extremos que logran que cada vez nos sintamos más lejos los unos de los otros.

Pero siempre hay aire puro. Siempre hay gente dispuesta a airear las sábanas y sacudir las maldades del pasado. Por ejemplo, hay muchos más, los componentes de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica Social y Política de Puerto Real. Un colectivo de personas, que entre otros logros, ha desenterrado la ignominia que padecieron cientos de familias de la Bahía de Cádiz, ofreciendo esperanza aún en forma de cadáveres a los que en su día trataron de borrarles hasta el nombre. Huesos de hombres, mujeres y niños que se quedaron en el camino y nunca llegaron a ningún sitio porque, simplemente, los asesinaron a sangre más que fría, helada.

31 METROS DE LARGO

La barbarie cabe en una fosa común de 31 metros de largo, 2,20 metros de ancho y 1,60 metros de profundidad. Allí yace el desvarío de una sociedad enloquecida junto a 185 cadáveres de personas que fueron fusiladas y torturadas. Desaparecidos durante la Guerra Civil española y de la posterior represión de la Dictadura del general Francisco Franco. Mujeres, hombres y niños. Maestros, amas de casa, campesinas, panaderos, políticos… socialistas, anarquistas, sindicalistas, apolíticos… ateos y cristianos. Sin distinción en la crueldad de la muerte, desparramados y amontonados, en posturas inverosímiles como si quisieran salir de la fosa para al menos decirles a sus seres queridos que no han desaparecido… simplemente han sido fusilados, torturados y mutilados.

Paco Aragón y Antonio Molíns, presidente y miembro de la citada asociación por la Memoria de Puerto Real, explican que días atrás el colectivo, en colaboración con los responsables de la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, hicieron entrega de los restos a los laboratorios Genyo, en la Facultad de Medicina de Granada, para su identificación a través del análisis del ADN, tarea que puede tardar entre ocho y doce meses.

PRIMEROS PASOS

Pero vayamos por parte. La investigación comenzó en 1.995 a raíz de que el Ayuntamiento de Puerto Real decidiera organizar el archivo histórico de la ciudad, “que estaba metido en un garaje”, explica Molíns.

Aquel año, aprovechando la coyuntura, “varios amigos del sindicato CNT decidimos estudiar e investigar el movimiento obrero en Puerto Real” y “empezamos a descubrir documentación sobre los líderes campesinos y descubrimos que existía un movimiento anarcosindicalista, parecido al que existía en Casas Viejas”.

Durante la investigación, “logramos documentación sobre distintas detenciones de líderes. Luego hablamos con familiares de esas personas quienes nos comentaron que la mayoría desapareció tras el año 1.936… Al tercer año ya teníamos mucha documentación sobre personas desaparecidas a partir de ese año”.

Dada la magnitud de lo que estaban descubriendo, Molíns señala que “decidimos entonces dejar a un lado el estudio del movimiento obrero y centrarnos en la investigación de las personas desaparecidas y de la represión en Puerto Real”. Lo que estaba por llegar dejó a toda la Bahía de Cádiz con el corazón encogido y aterrado.

La archivera, Paqui Ruano, “nos dio una guía para saber por dónde podíamos empezar porque de 1.936 no había ningún papel. Todo comienza a partir de 1.937 cuando aparecen papeles en los que se registran las desapariciones por mediación de las ‘quintas’ (reclutamientos forzosos)”, y también “en el Archivo Histórico de Cádiz, en el Registro de Sociedades, pues algunos de los desaparecidos habían creado algunas sociedades”.

LA CAUSA 2-72

Luego por mediación de Gutiérrez Molina “apareció en el Archivo Militar de Cádiz la causa 2-72 basada en los hechos ocurridos en Puerto Real”, clave en todo el proceso porque “solo hay una causa basada en Juan Sierra Martínez y en ella se basan todos los sucesos ocurridos en Puerto Real. Comenzó el día 18 cuando se percataron de todo lo que ocurría con el Golpe de Estado. Entonces los líderes campesinos y del Ayuntamiento, gobernado por republicanos, se presentaron en el Cuartel de la Guardia Civil y les solicitaron las armas que tenían de sobre, es decir, las requisadas, las que estaban en estudio, etc”, relata el propio Molíns.

La Guardia Civil “se las cedió, los agentes fueron hasta el Ayuntamiento y allí empezaron a organizarse para la defensa de Puerto Real, que consistió en cortar la carretera de acceso desde San Fernando y desde El Puerto de Santa María. Fueron cuatro piedras, cuatro troncos y trozos de hierro”.

“Hubo un grupo que saqueó la Iglesia San José, hoy centro cultural. Se llevaron todas las imágenes y objetos hasta la Prioral que estaba a unos treinta metros. Allí le metieron fuego a todo… y ahí comenzó la represalia”, explica.

EL CHIVATAZO DEL BARBERO

Pero antes, en 1.933 “el movimiento anarcosindicalista no se llevó a cabo porque un barbero que se dedicaba a afeitar por los campos dio parte a la Guardia Civil sobre la organización de un movimiento campesino a las afueras de la ciudad. La intención era masacrarlos cuando el campesinado intentara entrar en la villa al igual que ocurrió en Casas Viejas, pero existió un contraespionaje, un chivatazo, y aquello se anuló.


Pero el barbero dio nombres y apellidos, por los que sus líderes fueron detenidos y pasaron entre un año y año y medio en el Penal de Ocaña (donde entre 1939 y 1959, 1.300 presos políticos fueron asesinados y según cuentan el capellán de la prisión era el encargado de dar el tiro de gracia)”.

Tras conocer la historia, “luego hablamos con personas mayores, familias, gente que había oído algo pero que aún hoy en día hablan con miedo, así con algunos represaliados. En la causa 2-72 fueron procesadas 67 personas, de las cuales 13 eran mujeres. Ellas estaban muy organizadas dentro del sindicato de las mujeres, conocido como el de las criadas. Eran bastante guerrilleras. La represión fue horrible… hay madres e hijos fusilados. Hay hermanos. Hay padres e hijos. Hay menores de edad. Hablamos del año 1.936 pero muchos estaban señalados desde 1.933”.

“Comenzamos a contactar con los familiares para recabar información y fotografías. Logramos una suscripción popular y una subvención de la Junta de Andalucía que queremos usar para que cuando se acabe la investigación dar una sepultura digna a los represaliados fusilados que no tengan familia o que sus familiares nos lo pidan por los motivos que sean”, relata Molíns.

UN LUGAR IDEAL PARA LA BARBARIE

Una cuestión fundamental es que “la fosa común del cementerio de San Roque está muy alejada del pueblo lo que la convirtió en un sitio ideal para llevar a cabo las barbaridades que ejecutaron sin que nadie les molestase. De Puerto Real hablamos de 124 con nombre y apellidos. Tenemos también algunos identificado por su apodo, pero no sabemos si forman parte de los primeros o son nuevos. Ahí está el ejemplo de la famosa ‘Pirulina’ a la que asesinaron junto a su hijo. Al ser madre soltera ahí se acabó la familia. Por lo que no sabemos cuál era su nombre, ni cómo era ella, ni cómo era su hijo”.

Según la investigación realizada, “en los consejos de guerra se habla de la famosa ‘Pirulina’ que desapareció en el traslado a prisión. Salió de su casa y desapareció en los primeros días de la guerra. Las formas de desaparecer que aparece en esos consejos de guerra son de lo más extraña… desapareció dejando viuda e hijos… ¿cómo puede desaparecer así?... o murió alrededor del cementerio a consecuencia de un shock traumático y cosas así. O en pocos casos pone directamente que fue fusilado en el cementerio”.

“Hablamos, como hemos dicho, de un sitio apartado, un lugar de paso entre El Puerto y Cádiz. Así que los que trasladaban de Cádiz a El Puerto pues éstos no llegaban a su destino. Se quedaban por el camino. Y viceversa”, explica con emoción Molíns.

Así, “tenemos constancia de 18 cuerpos de la fosa que son de Rota. De allí lo habían llevado a El Puerto y luego a juicio a Cádiz, pero a Cádiz no llegaron nunca. También hay gente de San Fernando. Creo que son 13 que fueron fusilados en la famosa Cuesta del Pino, entre el barrio de Jarana y Puerto Real. Allí los masacraron para echarlos en camiones para trasladar sus cuerpos a Puerto Real”.

BARCO PRISIÓN Y CAMPO DE CONCENTRACIÓN

También montaron en la bocana de la zona de astilleros un barco prisión. “La leyenda dice que los que bajaban por la puerta de Puerto Real no regresaban”, comenta para añadir que “era costumbre, para despistar a los familiares, fusilar a los represaliados en localidades distintas a su origen. Así que a algunos de Puerto Real se lo llevaban a otros municipios también”.

Por otro lado, en 1.939 “montaron un campo de concentración llamado el Coto de la Trasatlántica, junto a astilleros. En su interior había cerca de 5.000 presos. Al cabo de los años fue trasladado a Rota. Luego a los transeúntes los metían en una nave del pueblo”.

Otra cuestión importante es que “decidimos, una vez avanzada la investigación, que era un tema muy amplio y que no afectaba solo a la CNT, pues había socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos, apolíticos, católicos como José María Fernández Gómez, alcalde de Puerto Real y uno de los primeros en caer, comerciantes, maestros, etc" y es que "n la fosa han aparecido 185 cadáveres. 124 de Puerto Real”.

Al ser un tema muy amplio cuyas consecuencias abarcan a muchos sectores, los investigadores del sindicato decidieron llamar a todos los partidos, colectivos y familiares para crear la asociación por la Memoria Histórica Social y Política de Puerto Real en el año 2.003. Concretamente el 9 de enero.

PRIMEROS OBJETIVOS

Paco Aragón, presidente de la asociación, explica que “en las primeras reuniones de la nos pusimos unos objetivos. Primero informamos a los ciudadanos sobre los sucesos de Puerto Real. Otro objetivo fue construir, en 2005, un monolito en recuerdo de los represaliados. También instalamos un punto de información en la calle de la Plaza donde durante diez meses explicamos a los familiares la información que teníamos. Todos esos objetivos concluyeron en 2008”.

“Luego luchamos por la eliminación de los símbolos franquistas como las placas con el yugo y la flecha de algunas viviendas sociales”, algo que lograron.

Tras estas acciones se pusieron como objetivo la localización de los desaparecidos y su identificación.

EL ALBAÑIL QUE SABÍA DÓNDE ESTABA LA FOSA COMÚN

Es curioso, pero “la localización de la fosa llegó de la mano de un albañil que trabajó en el año 2.000 en unas obras del cementerio para cambiar el suelo de arena por cemento. Este hombre dijo que sabía dónde estaba la fosa y efectivamente así era”.

Pero había que certificarlo. Para ello, señala Aragón, “nos pusimos en contacto con la Diputación de Cádiz por si a través de la UCA podíamos tener un georradar. Al final lo conseguimos de la universidad de Málaga con una subvención de la Diputación de Cádiz.

Efectivamente, era la zona. Nos pusimos en contacto con la Consejería de Cultura de la Junta. Nos facilitó un arqueólogo y tras una primera cata fallida, a la segunda encontramos un cráneo con un orificio de bala en la cabeza”.

Luego “elaboramos un proyecto para que la Junta nos subvencionarla creación de un equipo técnico compuesto por un antropólogo y un arqueólogo. Ese proyecto nos costó muchos disgustos. El primero que nos mandó la Junta para hacer el proyecto hizo mucho daño a la asociación”, recuerda Aragón.

Luego trámites y más trámites. Forenses, técnicos judiciales, etc… Pero “tras dar mucha caña” llegaron las exhumaciones a partir del año 2.014 que concluyeron en octubre de 2.016.

IDENTIFICACIÓN DE LOS CADÁVERES

Con los cadáveres ya exhumados, resultó que “no había un sitio para analizar los cuerpos que estaban siendo sacados a la luz de las distintas fosas comunes del territorio andaluz”, así que “la Junta de Andalucía llegó a un convenio con la Universidad de Granada. El laboratorio Genyo se encargaría”, un laboratorio que realiza este tipo de identificaciones para otros países con pasados marcados por la barbarie.

Y por fin llegó el viernes 6 de octubre, cuando “nos desplazamos hasta Granada y allí nos explicaron el proceso a realizar solo para sacar el perfil genético tanto de los cadáveres como de los familiares. Luego tienen que confrontarlos. Eso puede tardar entre ocho meses y un año. Es un proceso laborioso y técnico”, donde además “es importante también el estado de los restos óseos y su conservación”.

Cuestionado Aragón sobre el objetivo. Lo tiene claro. “Yo me conformaría con la identificación de los 17 hijos e hijas directas. Para nosotros sería una gran satisfacción. Son personas mayores y para ellos sería la alegría de sus vidas ya que podrían enterrar dignamente a sus padres es una gran emoción”.

Aragón no quiere concluir sin señalar que “nuestro equipo técnico ha tenido gran parte de culpa de nuestro éxito. Yo se los recomendaría a otros colectivos”.

Desde la asociación señalan que ahora “queremos que la fosa sea lugar de Memoria Histórica y por eso está pintada de rojo. Pondremos una placa y un esquema de cómo estaban colocados los cuerpos, algo que impresionó hasta al antropólogo porque decía que en Puerto Real no había asesinos, había salvajes”.

DISPAROS Y CUERPOS DESMEMBRADOS

Rotura de huesos, disparos a bocajarro, cuerpos amontonados y desmembrados, golpes de culata, tiros de gracias, cráneos con tres y cuatro orificios de balas… es la huella visible de “una mancha de sádicos”. Muchas de las balas halladas en los cráneos eran del calibre 9, “el calibre de las pistolas que usaban los falangistas.

Los fusilamientos se realizaron detrás del cementerio de San Roque, contra una tapia. Lo hacían al atardecer. “Dejaban los cadáveres toda la noche para que por la mañana, cuando pasara el tren del dique todos sus pasajeros viesen los cuerpos. Los falangistas obligaban a los trabajadores a que mirasen por las ventanillas del tres y así supieran que les podía pasar a ellos. Y el que se negaba a mirar recibía la amenaza de hacerle bajar en esa tétrica parada”, explica Molins.

Una locura. “Los familiares iban a los sitios donde paraban los represores para preguntar por sus seres queridos y recibían burlas y mentiras. A los hijos les hacían cantar el ‘cara el sol’ tras haber fusilado a sus padres”.

Todos los cuerpos se metieron en cajas que “llevamos a San José. Allí se realizó un trabajo de identificación. Se limpiaron los huesos y comenzamos a reconstruir los cuerpos. Allí se hizo visible las torturas y lo que sufrieron estas víctimas. Una vez reconstruidos los cuerpos pudimos obtener la talla y edad y otros rasgos que nos ayudarán a su identificación como muchos objetos personales como dos brageros de personas quebradas (con una hernia), implantes dentaduras, relojes de pulsera, lápices, marmitas, tenedores, peines, tabaco…”, objetos rescatados de una época que, como ha podido comprender el lector, jamás debemos olvidar.

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