El jardín de Bomarzo

El imán y el metal

A estas alturas de año se nota como las baterías que hacen funcionar nuestros organismos andan en modo reserva y con la luz en rojo

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  • El jardín de Bomarzo. -

"El que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido a un imbécil"JM Caballero Bonald.

A estas alturas de año se nota como las baterías que hacen funcionar nuestros organismos andan en modo reserva y con la luz en rojo porque, la verdad, se hace duro concluir los ciclos anuales desde que el mundo se ha empeñado en atascarse en cada tramo. Julio se asoma, el verano luce en pleno y radiante amarillo sobre una costa engalanada con farolillos para recibir a esos miles de visitantes que cada año aguardan a que el calendario les lleve hacia el sur para perderse entre dunas y tintos de verano; la política, también, cansada de todo un año dando vueltas sobre sí misma, necesita desconectarse de procesos electorales internos y externos que resultan tan agotadores como improductivos. También interminables, porque no han hecho más que terminar unos cuando empiezan otros y, lo que es peor, cuando terminen estos vendrán los siguientes.

Congresos. Lo que ha pasado estas últimas semanas en el PSOE es ahora cuando empieza a medirse en su justa dimensión. Reubicados vencedores y vencidos, alzado Pedro Sánchez al mando del socialismo nacional y con una ejecutiva que solo integra, como estaba previsto, a López, llega el turno del congreso andaluz que debe proclamar a Susana Díaz al frente y lo normal es que lo haga sin oposición porque tiempo para lo contrario no ha dejado, lo cual no quita para que casi todos entiendan que Andalucía será un islote dentro de ese mar que es el PSOE federal y que se verá azotado por vientos desde todos los frentes hasta provocar un tsunami que lo arrase.

A nadie escapa que la presidente atraviesa un momento muy delicado y no puede permitirse desliz alguno como, por ejemplo, que alguna de sus ocho provincias coquetee con el otro bando porque uno o dos escapes podrían ser definitivos para su pasaporte hacia Triana agrupación. No faltan comentarios poniendo líderes a sus críticos, pero no resulta fácil encontrar a alguien de perfil adecuado que se mida en ese trigal y aunque no la tiene, física, sí la da en plano orgánico Paco Reyes, presidente de Jaén. Ya pulsó a la contra otros congresos, bebió de la sabia cuna de Gaspar Zarrías y aunque durante estos tiempos ha sido muy cercano a Díaz porque la presidente enseguida midió el carácter de este jiennense nacido en Bedmar y la importancia de tenerle cerca, ahora el bueno de Paco parece que sube las escalinatas y cuesta hacia su Diputación en Jaén canturreando eso de Despacito, deja que te diga cosas al oído, para que te acuerdes si no estás conmigo…

Pasito a pasito. Vendrán después congresos provinciales y en no pocos casos listas alternativas a las oficiales para disputar liderazgos y asentar el porcentaje de críticos, que en ningún caso va a menguar sino todo lo contrario. El Huelva, Málaga o Cádiz le disputarán a Caraballo, Conejo e Irene García, que aunque piensa que el alcalde de Chiclana no pesa lo bastante como para desnivelarle la balanza -a pesar del fino perfil que estos días luce...-, mira de reojo hacia otros rincones. Algunos, malos, apuntan a Javi Pizarro para colocarle enfrente. Mientras, las encuestas dejan al PP inquieto porque pierde fuelle en casi todos sitios, el mismo que coge Ciudadanos porque come del desencanto del PP y del hecho de ser reconocido como el partido actual de centro y ahí vive el caladero mayor de votantes. El panorama sitúa al PSOE entre Podemos y Ciudadanos y a un PP a la baja que deberá decidir hasta qué punto ataca a la formación de Rivera porque sabe que las mayorías hoy son imposibles y los naranjas suponen su única opción de gobierno pero, a la vez, el destino de su sangría; eso debió pensar Saldaña cuando Carlos Pérez le desveló en el último pleno que le dijo lo de meterse el "informe por ahí" o la necesidad de "airear chismes". ¿Lo mata o le pide matrimonio?

Habrá congresos locales avanzado el segundo semestre del año en el PSOE y ahí se escenificará mejor la división interna, porque los grupos están agazapados y solo esperan que llegue el momento de hacer valer su fortaleza. Jerez, Cádiz y Algeciras serán focos de conflictos para un PSOE encallado entre el rumbo que propone su actual secretario general, su delicada situación en Andalucía y esa permanente bronca interna que le distingue. El PP, por su parte, deberá decidir candidaturas, sobre todo confirmar si en Jerez y Cádiz presentan a Pelayo y Teófila como inicialmente estaba por ambas previsto y que, parece, ahora ponen en duda a tenor de que el panorama no se presenta lo favorable que a ellas gustaría.

Arco Iris. Me encanta la diversidad. El atronador éxito, cada año mayor, en la celebración del orgullo gay refleja la madurez de una sociedad serena donde la variedad ya no es un conflicto y eso es muy bueno. Madrid es estos días un espectáculo de colorines. Tanto que me pregunto, sentado y observante en pleno centro de la capital, si hora no va siendo de señalar en el calendario la celebración del orgullo heterosexual para ir cuidando esa otra especie no sea que, como el Lince Ibérico, termine corriendo peligro de extinción. 

Pacheco. Que salga con permiso de fin de semana de prisión es justo y hora iba siendo tras dos años y ocho meses en prisión cumpliendo condena de cinco por el caso asesores. Pocas son las personas, tanto del entono político como del social, a las que no alarme la distinta vara de medir que la justicia ha tenido entre Pedro Pacheco y otros que disfrutan de libertad pese a haber cometido delitos en apariencia muy superiores. Pero parece que determinada justicia actúa con las reglas no escritas de los patios de colegio, donde lo fácil es cebarse con el débil. A sus 68 años, y aún sin dejar de remarcar faltas en su gestión, es justo decir que a diferencia de otros alcaldes es fácil reconocer su aportación con un simple paseo por las calles de Jerez y, quizás, llegue un momento, cuando la distancia y el tiempo actúen, en el que al pueblo que tanto -tanto- le votó no le cueste reconocerle.

Despacito. Detesto las canciones de verano. No me gustan ni bailadas en la plaza de un pueblo una noche cálida de agosto, menos cuando esas con tono latino suenan en cada esquina para castigo de quienes, como yo, tenemos menos cintura que Falete tras una barbacoa. Aunque quizás esta antipatía, medito ahora, sea también fruto del agotamiento general, incrementada ante la poca fe que estos días a uno le provoca la condición humana, esa ruin y adicta al placer de destruir como solo lo es el yonki a la jeringa, receloso de que el imán de la canción quiera imponer su ley sometiendo a un metal esclavo y, quede claro, antes muerto que vencido, mustio por el hastío que devuelven estos campos dorados que mi ventanilla de AVE enmarcan mientras escribo y bajo hacia el sur donde Cádiz, mi destino, aguarda afectiva y siempre cual dama amorosa. Para perderme en sus curvas y, mecido desde ellas, desterrar todo lo que hace la vida peor. Vencido por el sueño recordando al paisano Bonald: uno es lo que le queda por vivir.

Bomarzo

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