La demanda de abortos se dispara entre las mujeres que viven en países afectados por la propagación del virus Zika. El riesgo real de malformación de los fetos, microcefalia, es la causa y la prohibición el principal problema al que se enfrentan estas mujeres. Según Women on Web, una organización con una larga trayectoria en ayudar a mujeres que viven en países donde el aborto no es legal, las peticiones provienen principalmente de Brasil, Venezuela y Ecuador, países especialmente castigados por el Zika.
En el resto de países de latinoamérica, las peticiones de ayuda han crecido en un tercio.
El temor a no poder proteger adecuadamente a los fetos por la falta de infraestructura sanitaria les obliga a caer en manos de las redes de prácticas de abortos ilegales. En Brasil solo se permite en los supuestos de violación, riesgo para la madre y desde 2012 en el caso de un feto sin cerebro. A pesar de ello, casi un millón de mujeres acuden a estas clínicas clandestinas poniendo en riesgo su vida, aunque estas cifras son anteriores al estallido de la crisis del Zika. Los cálculos oficiales del Ministerio de Salud del país señalan que de cada 100 casos, al menos una mujer precisó de atención médica debido a abortos mal hechos.
En total en todo América Latina, según la OMS, 3,7 millones de mujeres se someten cada año a abortos ilegales con todos los riesgos que conlleva. Una situación vergonzosa que deberían asumir las autoridades sanitarias y los centros públicos proporcionando la información necesaria a estas mujeres que viven arrinconadas.
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