Andalucía

"La formación es un medio, no un fin para la CEA"

El presidente de la patronal andaluza CEA, Javier González de Lara, espera un gobierno lo más estable posible tras el 26J que genere "estabilidad y confianza"

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  • "En esta campaña no se ha hablado ni de reformar el sector público ni de empleo"
  • "No sabemos dónde está ni a qué se ha destinado el dinero para formación de los últimos cuatro años"
  • "La CEA alcanzará el equilibrio presupuestario al final de mi mandato, en 2018, esto es un maratón"

P. ¿Qué esperan los empresarios de las elecciones del 26J?

“Se ha avanzado poco en simplificar las leyes y ya es hora de que la administración confíe en ciudadanos y empresas”

R. Esperamos ante todo una gran participación. Nuestro deseo es que los ciudadanos vuelvan, pese a haberlo hecho varias veces en los dos últimos años, a participar en un proceso electoral muy importante para elegir el Gobierno de la Nación. Que no se cumplan esos vaticinios de la abstención. Y que surja la posibilidad de que exista un gobierno lo más estable posible. Es un deseo que se vincula a nuestra preocupación: nos preocupa la falta de estabilidad, y la falta de certidumbre. Para que la economía avance hace falta una palabra en mayúsculas: confianza. Y esa confianza la genera la certidumbre y la seguridad.

P. En Andalucía no se crece más que en el resto de España pese a que aquí sí hay un gobierno estable de fuerzas moderadas desde hace año. ¿Nos estamos acostumbrando en el conjunto de España a vivir sin la tutela de un gobierno?

R. Yo creo que eso es bueno, porque la sociedad civil empieza a comprender que puede desarrollarse sin la tutela del poder político, de la administración pública, que no deja de ser un ente regulador. Y el regulador se puede entender como un adjetivo positivo o negativo, según cada caso. Es bueno en ocasiones que marque unas reglas del juego, pero en otras ocasiones cambia las reglas de juego a mitad del partido y se convierte en un ente distorsionador. La economía tiene que fluir, tiene que funcionar y hay sectores que no se ven afectados para nada por la situación de incertidumbre electoral. Como el sector turístico, o el sector servicios, el transporte… Nada que ver por ejemplo con otros sectores tan marcados por las decisiones públicas como la construcción o la obra civil. Depende muchísimo de que haya estabilidad y de las decisiones políticas de sacar a concurso licitaciones y que las empresas. En definitiva, va por barrios. Que la sociedad civil se articule por sí misma, positivo. Que el sector público tenga cada vez menor peso, positivo. En eso, siempre los empresarios estaremos de acuerdo.

P. Precisamente una de las patronales que forman parte de CEA, la de la construcción Fadeco, ha elaborado en los últimos meses informes muy duros y críticos acerca de la incapacidad de la Junta de Andalucía de movilizar los recursos del presupuesto para licitar obra pública. ¿Qué piensa sobre ello, hay posibilidades de que se revierta esta situación?

R. Creo que hay soluciones intermedias. Vivimos un proceso draconiano de consolidación fiscal. Un proceso en el que todos hemos tenido que entrar en una dinámica y disciplina de contención del gasto. Esto es positivo, nos lo ha marcado Bruselas y tenemos que ser absolutamente corresponsables en el sentido de que las administraciones no deben gastar más de lo que ingresan. Dicho eso, se ha sacralizado el concepto austeridad, en lugar de ser un medio se ha convertido en un fin. Y al final se ha recortado quizá por donde no habría que haber entrado con la tijera. No hablo ya de derechos o cuestiones ideológicas, no hablo de cuestiones donde determinados estratos sociales u opciones políticas pueden discutir si los recortes están más o menos justificados. Hablo de las infraestructuras, que son inversiones productivas. Y llevamos unos años, no sólo la Junta de Andalucía sino también el Gobierno de la Nación, en el que si miras los cuadros que trabaja Fadeco se observa un recorte draconiano de las inversiones públicas. Y las infraestructuras públicas son la mejor forma de vertebrar un país y son una fórmula acertada de hacer democracia. Es aproximar los servicios, los espacios entre sí, romper las barreras, tener la inteligencias de democratizar más un país. ¿Por qué se frenan? ¿Porque no hay recursos económicos? Pídanse. Bruselas tiene planes magníficos como es el plan Juncker. Lo que hay que hacer es priorizar cuáles son esas infraestructuras, para no hacer obras faraónicas o erráticas como en el pasado sino para hacer el corredor ferroviario Algeciras-Bobadilla, el tren litoral en la Costa del Sol, plataformas logísticas, para terminar infraestructuras como el AVE a Granada, conectar Almería con el corredor Mediterráneo que está absolutamente olvidada… Es por tanto un error de concepto, porque la inversión en infraestructuras es una inversión productiva, que revierte en un 70% vía impuestos y que lo único que genera es bienestar y progreso. No entendemos por qué un Gobierno, cuando se le aplican los criterios de reducción del gasto, lo primero que hace es recortar en inversión en vez de recortar en gasto corriente. Claro, eso son decisiones más dolorosas y por eso no se abordan.

P. Precisamente Fadeco denuncia que sigue pendiente la reforma del sector público andaluz para poder movilizar los recursos. ¿Piensa usted lo mismo, que sigue pendiente esta reforma?

R. Sigue pendiente esa reforma en Andalucía y en España. Se han hecho muchas cosas muy buenas, a nivel nacional por ejemplo, reformas estructurales como la de la unidad de mercado, se ha salvado al país del rescate, de tener una prima de riesgo desbocada en más de 500 puntos, hemos logrado en base a esos criterios de consolidación fiscal que las administraciones se ajusten un poco más a la realidad, se ha controlado la inflación, se ha controlado el déficit… Pero la reforma de la administración ha avanzado muy poco, es un avance cosmético, de imagen en determinadas cuestiones. Y a nivel de comunidades autónomas, ídem de ídem. No ha habido voluntad, existe un complejo para que la administración de autoreduzca su tamaño.   Pero no en el sentido del debate político que ahora existe sobre si deben o no existir las diputaciones, yo creo que deben existir pero siendo mucho más eficientes, con unas capacidades mucho más concretas, con unas funciones más delimitas… Hacen una labor magnífica. No se puede decir arrasamos con todo, cuando esto es un problema de híperdimensión. El sector público tiene excesiva grasa, y lo hay que hacer es ponerlo a dieta. Igual que en el sector privado, donde llevamos ocho años de grave crisis. Los miles de autónomos que pueden estar escuchándome llevan años de reestructuración y sufrimiento, despidiendo con todo el dolor de su corazón a personas de si equipo que han estado luchando en la misma compañía y que al final han tenido que tomar esas medidas para poder sobrevivir y sacar adelante sus negocios. El sector público está mucho más cómodo. Y no hemos visto en esta campaña electoral que se hable de la reforma de la administración. Y creo que es una clave importante.

P. Cara a estos comicios y al gobierno que llegue, una de las reivindicaciones clásicas de la CEA es la simplificación de las normas para hacer más fácil la inversión, especialmente en el sector inmobiliario. ¿Ha habido o cree que habrá cambios para facilitar esa inversión?

R. Ha habido muy pocos cambios, y es lamentable. Y ello porque existe una tendencia en el sector público hacia la híperregulación, regular la vida de los ciudadanos. Los ciudadanos somos ovejas descarriadas que tenemos que ser permanentemente tuteladas, en todo, y regulados porque nuestro comportamiento puede ser el inadecuado. Si además hay ciudadanos que incumplen esas normas, justifica aún más llevar a la administración al paroxismo en el cumplimiento de las normas. Cualquier empresario o autónomo que me escuche sabe que tiene que cumplir normas fiscales, laborales, financieras, administrativas, de salud y prevención, ya hablamos de criterios de transparencia, de género… Sería una lista casi interminable de obligaciones de todo tipo. No quiero decir que los empresarios no las cumplamos y las vayamos a cumplir, pero requieren un esfuerzo enorme y una burocratización del funcionamiento de la empresa ante la que muchas no pueden por falta de capacidad, de estructura, de dimensión. La administración es consciente que tiene que reducir la carga de trámites que regulan la vida de las empresas y los ciudadanos. Pero es imposible, muy complejo, entramos en procesos casi de melancolía. Por ejemplo, hemos llegado a un acuerdo con la Junta, que aplaudimos, para cambiar 52 procedimientos administrativos por declaraciones responsables: si luego no cumplo, usted me sanciona. Pero lo que ocurre es que ese paso adelante se neutraliza con nuevas normas que empiezan a imponer nuevos procedimientos. Es un bucle. Una administración no puede aprobar una norma que no vaya acompañada de nuevos procedimientos reguladores, que por supuesto llevan también su capítulo sancionador. No hay ley sin reglamento, y normalmente el reglamento es para castigar. Porque usted no merece nuestra confianza y usted va a incumplir. Creo que ha llegado el momento de que la administración confíe en el ciudadano, en el empresario, en quien crea riqueza, bienestar. Y el que no cumpla, seremos nosotros los primeros que le señalaremos y diremos que hay que actuar. Porque rechazamos la economía sumergida, que es otra cuestión que hay que perseguir y luchar contra ella. Pero todo aquel que está intentando sacar adelante su negocio con enormes esfuerzos hay que apoyarle y simplificarle la vida. Porque el principal mensaje que hemos mandado estos días de campaña, y espero que algo de caso nos hayan hecho, es el empleo. Y no se quiere hablar de empleo en este país.

P. Precisamente hace unas semanas se ha publicado la nueva convocatoria de cursos de formación para el empleo en Andalucía. ¿Cómo la valora y cuál será la estrategia de la CEA cara a esta convocatoria?

R. Estamos estudiando el decreto de convocatoria que ha salido hace unos días. Y después saldrán las bases de dicha convocatoria. Vamos a ver cómo se puede participar. No es fácil en un momento en que ha habido mucha investigación, donde ha habido comportamientos que seguramente no han sido adecuados ni legales, partimos por ello de una situación muy compleja en estos últimos años. Dicho lo cual, llevamos cuatro años sin formación. Antes hablábamos del sector inmobiliario, y me pregunto: ¿por qué en los ocho años de crisis no se ha terminado de redactar todos los planes generales de ordenación urbana que estaban pendientes? Si el sector no puede avanzar más en un determinado momento, hagamos los deberes para cuando se recupere. Lo mismo con la formación: intentemos cualificar mejor a nuestros equipos humanos para cuando salgamos de la crisis. Cuatro años sin formación es muy complejo, es dificilísimo de entender cuatro años sin políticas activas de empleo. Además los empresarios lo pagamos, y los trabajadores. El 0,7% de la cotización que paga el empresario (un 0,6%) y el trabajador (otro 0,1%) es finalista y está destinado a formación. Por sentencia del Tribunal Supremo está establecido que se deben destinar mil millones anuales a formación, y no se han destinado. La pregunta es: ¿Qué se ha hecho con ese dinero? ¿Dónde se ha destinado? No lo sabemos, lo único que celebramos es que de nuevo la administración pase a la acción y se preocupe del empleo, de la empleabilidad de los trabajadores para cualificarlos. No sólo de los que tienen trabajo, sino de los que no pueden entrar en el mercado laboral porque su cualificación no es suficiente. Pónganse todas las luces, todos los taquígrafos para ver la formación que se da, pero, evidentemente, hagámosla que para eso hay financiación que ponemos los empresarios, los trabajadores y el Fondo Social Europeo. Es un momento importante pero hemos tardado mucho, excesivamente.

P. ¿Y cuál va a ser el papel de CEA cara a esta nueva etapa de cursos de formación?

R. Optar a esa formación es algo que estamos analizando en nuestros órganos de gobierno, si conviene o no. Porque entrar en la formación para luego estar cuestionado pues igual no merece la pena. Para estar bajo todo tipo de supervisiones y que dentro de x años te hagan revisiones como está ocurriendo a muchísimas entidades donde programaciones del 2002, 2003 o 2005 están ahora revisándolas, pues sinceramente después de tantos años casi lustros, no tiene demasiada lógica. En esa causa general que ha existido sobre la formación, y que habrá habido abusos seguro y para eso están judicializados y se tienen que revisar y ver qué responsables hay, lo que hay que analizar es si interesa o sencillamente buscar empresas que sean las que la impartan dentro de la legalidad vigente con todos los requisitos que se pidan. La formación para la CEA es un medio, no un fin. Buscaremos lo mejor y a los mejores para dar esa formación. Pero ojo, por eso estamos analizando el decreto y luego las bases de la nueva convocatoria qué requisitos se ponen. Si hacen inasumible que cualquier empresa andaluza se presente pues igual vamos a dar formación para todos los que son de fuera de nuestra tierra. Todos han dado formación en otras épocas, y si por el hecho de haberla dado ya le inhabilita para hacerlo ahora… Lo estamos estudiando, no trato de hacer una crítica a la consejería sino de que analicemos minuciosamente qué hacemos. Mi intención es que la formación hay que apoyarla, respaldarla, pero no tiene por qué ser la CEA titular de la misma.

P. No será entonces CEA tan protagonista como en otros momentos…

R. Por supuesto, por supuesto. Vamos a analizarlo, vamos a detallarlo, en qué fase podríamos nosotros encajar nuestros objetivos pero, insisto: el fin es que haya una buena cualificación y que sea buena esa formación. Desde luego, la formación que dio la CEA fue siempre de calidad, para más de 30.000 alumnos. No estaba yo aquí obviamente, pero me consta que había un nivel de cualificación importante y, sobre todo, un nivel de inserción laboral por encima del 63%. Es decir, que con la formación nunca hubo una queja en ese sentido. Pero tenemos que ser conscientes de que el momento ha sido complicado, estos años atrás con todas las cuestiones sobre las programaciones formativas. Nosotros no vamos a ser un obstáculo, al contrario, apoyaremos a todas las empresas que se presenten y que en concurrencia competitiva puedan ofrecer sus servicios para ser contratadas.

P. Es presidente de los empresarios andaluces, pero también de los malagueños. ¿Seguirá adelante con ambas responsabilidades?

R. Ya se verá. A nivel de Málaga la asamblea electoral se celebró el año pasado, tuvieron a bien reelegirme y tengo un compromiso claro con mi tierra que es Málaga, pero también tengo un compromiso con Andalucía. Para mí se hace duro y muy complicado, es algo muy esforzado y muy sacrificado. ¿Por qué lo hace uno? Lo hago por responsabilidad. Seguramente que sea el presidente de Málaga ayude al proyecto de CEA. Si no fuera así, igual estaríamos en otra realidad, en otra situación. Málaga es una provincia importante, igual que el resto de provincias, pero es un motor económico relevante. La organización allí está muy cohesionada y en este tiempo ha sido útil el esfuerzo, el sacrificio. No sé hasta cuándo mantendré esa doble situación. Si por mí fuera, lo habría dejado antes en el sentido positivo de que creo en los equipos, y en Málaga hay un equipo excelente, un comité ejecutivo muy bueno y una vicepresidenta ejecutiva y secretaria general que hace un trabajo extraordinario. Y lo que quiero es que la organización funcione con independencia de quién sea el presidente, que es lo que tiene que ocurrir en todas partes. El presidente tiene que ser la cabeza, pero luego hay un cuerpo. Y el cuerpo funciona, se lo aseguro, muy bien. La cabeza forma parte del cuerpo pero no es el único órgano importante y decisivo, ni el motor, que para eso está el corazón. La CEM de Málaga tiene un motor muy potente, un corazón muy grande y yo nunca voy a ser un obstáculo. En el momento en que los órganos de gobierno de Málaga consideren que mi etapa termina, termina. Y lo mismo en CEA. Yo estoy en comisión de servicio, para ser útil y ayudar a los empresarios.

P. Sobre la CEA, esa nueva CEA que usted impulsa parece que le cuesta nacer y consolidarse desde el punto de vista de su viabilidad económica… ¿Qué perspectivas tienen y será 2016 el año en que dejen los números rojos?

R. Con toda la transparencia, no, 2016 no será. Será al final de mi mandato, que Dios mediante será en 2018. Entonces estaremos en un equilibrio presupuestario. Son cuatro años, esto es una carrera de fondo, lo dije desde el primer día. Estamos en el vigésimo noveno mes, lo contamos mes a mes, esto hay que tomarlo como un maratón auténtico y ya queda menos. Sinceramente, estamos 29 meses mejor que cuando empezamos. Ahí están las pruebas y los datos, pero las dificultades son importantes porque también hay herencias malas. Cuando uno hereda, hereda cosas positivas y menos positivas. Hay una figura en derecho que se llama a beneficio de inventario, pero a mí no me cupo esa posibilidad de elegir, se heredan las cosas y punto. Uno tiene que remar hacia adelante, construir con un buen equipo adónde quieres llegar, cuáles son tus objetivos y, sinceramente, aún queda trayecto pero avanzamos con paso firme y sin un paso atrás.

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