Pablo Carbonell hunde la memoria en sus raíces para pregonar el Carnaval

Un pregón algo desafinado que sirvió para inaugurar el Carnaval en la calle pero que levantó las mismas pasiones que críticas en redes sociales, y es que la gente lo ha entendido como un concierto más que como un pregón

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  • Ambiente en la calle -

El Carnaval de Cádiz en la calle, fuera del templo de los ladrillos coloraos, comenzó en el día de ayer, con las agrupaciones en la calle y uno de los espectáculos que los gaditanos esperan con ansia, el pregón, pero que al parecer dejó mucho que desear. Un pregón que este año ha recaído en la figura del polifacético Pablo Carbonell, gaditano que ha traspasado las cuatro fronteras de su tierra.
Un pregón que ya comenzara con un toque de humor, puesto que Carbonell, al ser llamado a salir al escenario, indicó que “Me han dicho que esto de ser pregonero es abrir el programa de fiestas. Aquí tengo uno...”, lo abrió, lo ojeó y lo cerró. “Bueno, pues ya está. Qué cosa más sencilla. Y mira que me dijo Jesulín de Ubrique que esto era muy complicado. ¿Me puedo ir ya, verdad? Hala. Pues un abrazo. Gracias a todos por venir”.
Pero tras su estampida, fue la banda madrileña Los toreos muertos la que llenó la plaza con A tu casa (entre otras a lo largo del repertorio), mientras el pregonero se colocaba delante del atril.
Pero no fueron todas canciones conocidas de la banda, sino Mi carro de Manolo Escobar (con poca voz y ninfas en escena) o un tanguillo, tradicional de la ciudad de Cádiz y su Carnaval y los famosos Duros antiguos. Tampoco faltaron personajes míticos. Un cantautor muy querido como Javier Ruibal, o el Selu, que tomó a Carbonell del hombro cual Juan, para cantarle al oído.
Carbonell recuerda con el público la primera vez que entró en Cádiz, que fue “saliendo de mi madre”, en el hospital de Mora, sacándose de la manga una frasecita, tal que “donde te cortan el cordón umbilical, ahí, te dejan pegado para toda la vida. Así que así estamos y...es lo que es”.
Elementos muy típicos de esta Cádiz, como las caballas con piriñaca, acordándose de personajes grandes del Carnaval, como Pedro el de los Majaras, y acontecimientos como la inauguración del puente Carranza en 1969, porque como bien dice, el de La Pepa se lo perdió.
“Teófila ha debido de hacer alguna cosa bien porque sino, ustedes, que no son carajotes, no la habrían votado cuatro legislaturas, pero mi opinión es que el alumbrado de la playa no era de las bien mente hechas. Y ustedes, que no son carajotes, también la han botado. En esta ocasión botado escrito con b”, así se refirió a la exalcaldesa.
Y algo que tampoco pasó por alto fue su paso por Salesianos, por su colegio de la infancia, nombrando a compañeros que dejaron huella en su persona y a algunos profesores que moldearon su educación.

piropos a cádiz
Sin dejar de lado su humor, Pablo Carbonell quiso echar piropos a su tierra: “Cádiz me cautiva, una y otra vez. Por miles de cosas, su hospitalidad...”, echando la vista atrás hacia la historia, con los fenicios, los romanos y todos aquellos que ayudaron a conformar lo que es hoy la Tacita de Plata. “Yo debería de haberle hecho una canción a Cádiz, aunque a Cádiz no le hace falta y a mí talento sí. Pero no nos importa, podemos vivir sin ella”, indicara en otro apartado de su pregón”.
Los poetas tampoco quedaron atrás, por eso quiso citar a Quiñones, Pemán o Alberti, “me encanta citar poetas, aunque me den plantón y luego no vengan”.
Y no quiso olvidar que el romanticismo es a la poesía lo que el liberalismo es a la política. “Por liberalismo me refiero al que alumbró la Constitución de 1812 no al libertinaje con el que se mueven los neo-tiburones, que además de robar las libertades quieren robar la palabra libertad al pueblo. Robar la libertad o privatizarla, que es como se roba ahora”, dando su pincelada de opinión política al público congregado en San Antonio.
Además, también quiso acordarse de su película Atún y chocolate, del Carnaval de Huelva o los inmigrantes.
En definitiva y en resumen, un pregón que no estuvo a la altura de los presentes y que hizo que las reacciones no se hicieran llegar, con algunos pitidos desde el respetable, y con comentarios en las redes sociales. Merecedor, eso sí, el público, de un aplauso, porque el frío, como cada Carnaval, se hizo presente, aunque apenas cupiera por los rincones de una plaza totalmente atestada y expectante ante el espectáculo.

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