Lo que queda del día

Ya estamos todos

Ahora que asistimos, dicen, al fin de una era, son nuestros políticos locales, nuestros auténticos interlocutores, los que tenemos más cerca, los que deben contribuir a mejorar nuestra percepción de su labor y de su necesidad

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Puede que el nombre de Adlai Stevenson les diga poco o nada. Su sueño era convertirse en presidente de los Estados Unidos, y se preparó a conciencia para ello, pero, cuando lo intentó, coincidió con una serie de figuras insuperables en proyección pública que ensombrecieron su excelente preparación. En las dos primeras ocasiones lo hizo ante el republicano Dwight D. Eisenhower, uno de los grandes artífices de la victoria de las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial y, por supuesto, todo un héroe para el pueblo: IKE. En su tercer intento ni siquiera llegó a las urnas, porque en las primarias del partido demócrata se cruzó con James Fitzgerald Kennedy, que arrasó en las votaciones después de haberle ofrecido la secretaría de estado a cambio de que se retirara de la carrera presidencial.

Kennedy, no obstante, quiso aprovecharse de su gran trayectoria política y lo integró en su equipo de campaña para las presidenciales bajo la promesa de otro alto cargo, aunque, llegado el momento, lo traicionó -no sería la única vez- y le dio el puesto a otro. A cambio, se convirtió en el embajador de Estados Unidos en la ONU -tampoco estaba mal-, donde se tuvo que tragar el sapo del asalto a Bahía de Cochinos -otra traición-, pero, también, donde demostró sus dotes políticas para superar la crisis de los misiles en Cuba, incluido su célebre requerimiento al delegado ruso sobre si estaban introduciendo armas nucleares en la isla: “No espere a la traducción. Responda sí o no”.

Stevenson, que siempre propuso en las negociaciones acordar un canje con los soviéticos, fue tachado de cobarde por los asesores de Kennedy, pese a que fue su posición la que posiblemente evitó el inicio de una guerra nuclear entre las dos grandes potencias. De hecho, no le importó pasar a la historia como un cobarde si había sido a costa de evitar una masacre mundial.    

Cuentan que aconsejó a Kennedy que no realizara la visita a Dallas, y, a su sucesor, Lyndon Johnson, que buscara otras alternativas a la intervención militar en Vietnam, pero ninguno de los dos le hizo caso. Hoy día es, para muchos, el gran predecesor de Barack Obama, por su discurso, por su compromiso y por su sensatez, aunque su referencia siempre estuvo ahí, ya fuera como brillante orador -“he estado pensando en hacer una propuesta a mis amigos republicanos... si dejan de decir mentiras sobre los demócratas, dejaremos de decir la verdad sobre ellos”-, o por su decisiva influencia en la regeneración de las filas demócratas en la década de los 50.

Ahora que ya sabemos algo más de Adlai Stevenson -y es sólo un ejemplo-, resulta inevitable preguntarse quiénes son los referentes de las personas que deciden dedicar su vida a la política, incluso al desempeño de un cargo público, qué les movió a dar el paso, quién iluminó sus aspiraciones, y, si entre esas referencias se encuentra Stevenson -o quienes ustedes consideren más oportuno-, por qué algunos optaron por traicionarlos, por darle una patada a sus conciencias y servirse de unos recién alcanzados privilegios, no ya para gozar del prestigio y coraza que te da el poder, sino para aprovechar los atajos al enriquecimiento o, también los ha habido, para hacerlo rematadamente mal. Pongan los nombres propios que quieran; creo que andan sobrados de ejemplos recientemente.

Mañana lunes se cierra el plazo para la presentación de las candidaturas a las elecciones municipales. Ya sabemos que en Jerez comparecerán en esta ocasión hasta ocho partidos políticos y que, si bien todos dan por segura una victoria del PP, queda la duda de si lo hará o no por mayoría absoluta, aunque puede que eso no sea lo importante en este momento, sino el papel que estén dispuestos a desempeñar. Ahora que asistimos, dicen, al fin de una era, son nuestros políticos locales, nuestros auténticos interlocutores, los que tenemos más cerca, los que deben contribuir a mejorar nuestra percepción de su labor y de su necesidad. Unos con más bagaje que otros, cada uno con sus aspiraciones y, todos, unidos bajo el compromiso con una misma ciudad.

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