Ayer se dio un paso más en la eternamente pendiente retirada de los fosfoyesos acumulados en las 1.200 hectáreas de las Marismas de Mendaña, a las puertas de la capital, a sólo 500 metros de viviendas y comercios. Un paso, que para algunos es insuficientes, para otros, un paso atrás, y que en todo caso, deja en el aire todavía la incógnita de cuándo Fertiberia se va a poner manos a la obra, y obedeciendo a la justicia va a recuperar la degradada zona para la ciudad y para los onubenses. La creación de una mesa con participación política y social ha recibido también tanto críticas como halagos, pero de momento, ha servido para que se explique el proyecto que está previsto en la zona, y que si atendemos a lo expresado por el representante empresarial, no pasa por la retirada, sino sólo por cubrir los residuos, lo que supone decepción para todos aquellos que siempre han abogado por que aquello volviera, en la medida de lo posible, a su estado original. El caso es también que los plazos temporales que se dan, con diez años para ejecutar el total de lo previsto por la empresa, y otros 30 más de seguimiento, se antojan bastante prolongados, si se atiende al retraso que con el que se trabaja ya en esta materia. Lo que sí queda claro es que son los ciudadanos los que deben seguir atentos a que se cumpla con lo estipulado, a que se haga lo mejor para la ciudad y a que no se quede detenido en el tiempo.
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