La gran preocupación del Gobierno de Mariano Rajoy es que la palabra rescate desaparezca del -valga la redundancia- rescate de la banca española. Que dicho sea de paso, vaya tela los pufos que tenía escondidos cuando a nosotros nos pedían hasta los ingresos del apuntador para darnos un crédito y al final los más insolventes eran ellos.
Pues a lo que iba. Rajoy quiere evitar a toda costa lo que es imposible de evitar, porque lo que hay que hacer es rescatar a la Banca y se llame como se llame, eso supone condiciones para la Banca, pero también para el Gobierno en el que han fallado todos los resortes.
¿Y por qué se empeña Rajoy en que no se pronuncie esa palabra maldita, toda vez que ya no se puede empeñar en que no se rescate a la Banca que cada día que pasa aumentan los miles de millones que se necesitan para rescatarla? ¿O sea, que mientras más pronto la rescaten, mejor, porque a este paso en una semana se pasa de los 100.000 millones de euros? Pues por lo mismo.
Lo mismo es lo que hacen todos los políticos y que en el caso de Rajoy, por eso de que estaba ocurriendo lo que está ocurriendo, se pasó cuatro pueblos. Porque, sencillamente, el rescate, aunque sea a la Banca y no al país entero, supone que todo lo que dijo en la campaña preelectoral y electoral, toda su posición de todo por la Moncloa y al carajo el país que ya lo levantaremos nosotros, se le vuelve en contra por la jodida palabreja.
Ser rescatados, hablar de rescate aunque sea de un náufrago en las horas que corren, es hablar de fracaso, del ya no podemos hacer más y del hasta aquí hemos llegado. Y por ende, que la gente se dé cuenta de que cuando Rajoy ha llegado al Gobierno las cosas no sólo no han cambiado sino que han empeorado -igual que hubieran empeorado con el PSOE- y las soluciones, sin embargo, van a costar más por haber hecho cosas que no debieron haberse hecho y se hicieron.
El rescate, de lo que sea, náufrago o país, Banca o banquero, es sinónimo de fracaso y si además el que lo define es un socialista a los que Rajoy puso como ejemplo de lo que se hacía mal a la vez que él se ponía como ejemplo de lo que se iba a hacer bien, será la prueba irrefutable de que él no era la solución, de que no la tenía y que o se valoró más de lo prudente o, sencillamente, mintió a los ciudadanos que lo votamos. El resto no se dejó engañar, que es lo mismo pero otra cosa.
Esas son las cosas que no le pasan al alcalde de San Fernando, José Loaiza, que ahí lo tienen ustedes gobernando La Isla y la provincia sin haber prometido nada. ¿Prometió no pactar con el PA? No. ¿Prometió 5.000 puestos de trabajo? No, eso lo hizo el PA. ¿Prometió tres piscinas en Polvorines? No, eso fue el PSOE. ¿Prometió acabar con el paro? No, eso es cosa de la Junta y el Ayuntamiento a ayudar a los emprendedores...
A Loaiza le da igual que se hable de rescate, de ayuda o de fútbol. ¿Lo han entendido?
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