Acento andaluz

El localismo, ¿D.E.P.?

Juan Manuel Suárez Japón afirmaba que el localismo es uno de los grandes frenos al progreso de nuestra tierra...

Días atrás, en una entrevista en ABC, acertaba de pleno el catedrático, escritor y ex consejero de Cultura Juan Manuel Suárez Japón cuando espetaba que no sólo puede culparse a la Junta y al Gobierno central del retraso económico que sufre Andalucía. Con la autoridad que le concede además haber sido el rector de la Universidad Internacional de Andalucía -una entidad con una incuestionable vocación universal-, afirmaba que el localismo es uno de los grandes frenos al progreso de nuestra tierra.

Numerosos errores de bulto en el pasado reciente secundan este análisis certero, pero el ejemplo más palmario y vergonzoso ha sido la práctica desaparición del sistema financiero andaluz -sólo sobrevive Unicaja Banco- por las reticencias localistas y personalistas a una única o a una gran caja andaluza que hubiera evitado que La Caixa, BBK, BMN y ahora Bankia hayan engullido a Cajasol, Cajasur y Caja Granada.

Con la perspectiva del tiempo, y con más de uno en el purgatorio redimiendo sus pecados, empiezan a observarse en los últimos años movimientos que rezuman la caída en desgracia de aquellos pensamientos miopes, enarbolados bajo un falso e inconsistente amor hiperbólico al terruño.A la formidable alianza entre las ciudades de Sevilla, Málaga, Granada y Córdoba -absolutamente quimérica antaño-, se están encadenando declaraciones de intenciones en nombre de lo común que marcan el camino para desterrar a quienes aún se consideran guardianes de las esencias localistas que tanto daño han hecho al desarrollo de nuestra tierra. Escuchar al alcalde de Sevilla, el socialista Juan Espadas, reclamando que el Ave llegue al aeropuerto de Málaga; al regidor malagueño, el popular Francisco de la Torre, reseteando los supuestos agravios comparativos respecto a la capital andaluza; al presidente de la Diputación de Granada, el socialista José Entrena avisando que la recuperación económica de la provincia granadina depende de la recuperación conjunta de Andalucía -abominando, por tanto, de los obtusos postulados en defensa de una autonomía absurda de La General sobre la que sustentó el apocalíptico Pacto del Saray-; a los alcaldes de la Bahía de Cádiz tejiendo acuerdos que fagocitan un micro-localismo enfermizo, etcétera… son sólo algunas conductas que demuestran que algo está cambiando.

Seguro que este pensamiento de que los andaluces juntos somos más fuertes que separados reconfortarán al sabio filósofo andaluz Emilio Lledó, quien, aterrorizado por desafío soberanista catalán, afirma que en el mundo actual, dominado afortunadamente por un espíritu universalista, no cabe la cerrazón localista o de las fronteras, salvo las quecada uno, desde el error, el egoísmo o los intereses espurios, se construye en su mente. 

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