Acento andaluz

Maldito clasismo territorial

He percibido un intolerable prejuicio clasista que ha restado a Susana Díaz -que “es muy andaluza”, llegué a escuchar-

Llevo años equivocado. He pensado y he denunciado cada vez que he podido el daño que el tópico ha causado a la imagen y las posibilidades de desarrollo de Andalucía. Con el paso del tiempo, diversas señales han modulado mi animadversión frontal hacia el tópico al observar cómo, en realidad, es una imagen, una idea o un lugar muy común, demasiado vulgar habitualmente para proyectar los incontables matices de la sociedad a la que encorseta en una estampa fija y parcialmente falsa.

He preguntado a grandes pensadores e intelectuales –Carlos Castilla del Pino, Emilio Lledó, Caballero Bonald, Javier Pérez Royo, Luis García Montero y un largo etcétera- sobre si el origen del tópico descansa en el prejuicio o en el desconocimiento, cuando la pregunta era otra: ¿por qué el tópico suma para España, suma para todos los territorios, y, sin embargo, resta casi siempre a Andalucía? La respuesta es, a mi juicio, evidente: el clasismo territorial, esto es, la creencia de superioridad de unas regiones sobre otras, a las que se les minusvalora atacándolas perversamente con tópicos que, en sí mismos, no son malos.

Todos los territorios son caricaturizados: el catalán agarrado, el vasco bruto… pero ninguno de estos clichés reduccionistas perturba el día a día salvo para la gracieta jocosa. En el caso del andaluz, no. En el imaginario popular y mediático, Madrid, País Vasco y Cataluña ofrecen mayores oportunidades que el resto.

A Andalucía se le adjudica una distorsión tremendamente injusta, que identifica al andaluz como un tipo permanentemente gracioso, casi bufón, inculto, que sestea y que sólo vive de la fiesta. Este arquetipo es empleado desde otros territorios como ariete de desgaste para limitar nuestro crecimiento porque, en el fondo, hay compatriotas a los que no les gusta vernos en el sitio que conquistamos en el Estado autonómico.

Por mucho que clamemos contra la gran calumnia que supone identificar al andaluz con la indolencia, el retraso o el folclore barato, así nos ven y cuando aspiramos a liderar algún colectivo, se usa para frenarnos. Como no quiero que nadie me malinterprete y me acuse de victimista, no creo que el clasismo territorial haya sido un elemento determinante en las Primarias del PSOE, pero sí he percibido un intolerable prejuicio clasista que ha restado a Susana Díaz -que “es muy andaluza”, llegué a escuchar-, como antes de Santiago Herrero en la CEOE o muchos periodistas paisanos que han competido en desventaja no por deméritos sino por el hecho de ser andaluces, que –permítanme enfatizar- es la manera más hermosa e inteligente de ser español.

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