El ex lehendakari y ex presidente del Congreso de los Diputados, Patxi López, publicó el pasado viernes en Twiter: “Me duele el PSOE” acompañado del emoticono de una carita con una lágrima. Como un resorte saltó Susana Díaz en la misma red social: “Como a mi compañero Patxi, a mí también me duele el PSOE”. No dudo ni de sus palabras ni de sus sentimientos. Ahora bien, no puedo afirmar lo mismo de otros dirigentes y supuestos militantes.
No les duele el PSOE a aquellos que dimitieron tras perder la decisiva votación en el Comité Federal pero se marcharon reiterando que habían impedido darle la palabra a la militancia para pronunciarse sobre el futuro del partido. Un mensaje tan demagógico como de fácil calado y que aleja al Partido Socialista de sus militantes. Es la brecha más sangrante y que más costará coser.
No les duele el PSOE a quienes no se han parado ni un minuto a pensar que ningún socialista puede ser subalterno del PP. Es como la rivalidad entre Madrid y Barcelona. Los aficionados de ambos equipos siempre quieren que pierda su máximo rival. Igual ocurre entre socialistas y populares.
No les duele el PSOE a todos aquellos que protagonizaron un espectáculo grotesco a las puertas de Ferraz insultando y abucheando reiteradamente a Felipe González (“Golpista”), Susana Díaz (“La jefa de los golpistas”, “Fascista, sal de la lista” “Vete a bailar”), a Eduardo Madina (“Traidor” –olvidaron que casi perdió la vida por defender los valores socialistas en El País Vasco-) y a los barones críticos con Pedro Sánchez (“Mafiosos”).
No les duele el PSOE a quienes instigaron, auspiciaron, organizaron, impulsaron o toleraron esas protestas más propias de barras bravas que de un partido democrático con 137 años de historia rebosantes de ejemplos de democracia interna. Especialmente repulsivo es el iluminado que invitó con el hastag #RodeemosFerraz a montar el numerito del pasado sábado.
No les duele el PSOE a aquellos que desde la cobardía del anonimato han inundado las redes sociales de insultos bochornosos sobre los detractores de Sánchez.
Y no les duele el PSOE –pero esto es una obviedad- a aquellos dirigentes de Podemos, IU y PP que han hecho sangre y más sangre –especialmente graves las injerencias de la formación morada- con la crisis cruenta y desgarradora que sufre el PSOE sin mostrar el más mínimo escrúpulo y elegancia hacia los problemas internos de un partido que no es el suyo.
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