Acento andaluz

Política desde las vísceras

La comisión de investigación sobre los cursos de formación tiene todas las papeletas para convertirse en un monumento a la ineficacia de los partidos

La comisión de investigación parlamentaria sobre los cursos de formación tiene todas las papeletas compradas para convertirse en un monumento a la ineficacia de los partidos y a su sectarismo impostado y galopante. No todos tienen la misma responsabilidad, pero todos son culpables en mayor o menor proporción del despropósito que están protagonizando.

Unos –PP y Podemos- han dibujado una apocalipsis corrupta en Andalucía como si los cursos de formación fueran un elemento más de la fosa séptica en la que habrían convertido Andalucía los hediondos socialistas. Tanto es así que llegan a pedir la cabeza de toda una presidenta de una comunidad de casi 9 millones de habitantes cuando Susana Díaz no estaba en el consejo de gobierno en el periodo analizado de supuestas irregularidades. La formación morada incluso cifra en más de 1.500 millones de euros el dinero que se ha perdido por culpa de la corrupción desde que Díaz llegó al Palacio San Temo.

Toda una desmesura compartida por ambas formaciones –en las antípodas ideológicas- habida cuenta de cómo este caso ha evolucionado en los juzgados, que han archivado numerosas denuncias tras peticiones de sobreseimiento de la Fiscalía; de que el Tribunal de Cuentas dijera que no aprecia ningún ilícito penal ni menoscabo de fondos públicos, y de que la gran mayoría de los declarantes en la comisión aseguraran que en todo caso, si hubo algo, fueron errores administrativos, subsanables la mayoría, por falta de documentación o incumplimiento de plazos.

Ahora bien, tampoco es serio ni asumible la posición de mínimos que defiende el PSOE: “¡No hay responsables políticos!” ¿Cómo que no hay responsabilidad? Debe haberla, no sé a qué nivel, pero alguien debe responder por las miles de exceptuaciones de expedientes que no se revisaron en tiempo, por el dinero de dudoso destino en la extinta Faffe,  por los cursos de chiste que recibieron los ex Delphi en Cádiz, y por la alarma que se creó –a la que ayudó de manera irresponsable el Ministerio del Interior afirmando que el fraude ascendía a 3.000 millones- y que obligó a la Junta a parar los cursos y no retomarlos hasta cuatro años después.

A medio camino se sitúa Ciudadanos eximiendo a Díaz, pero señalando a los ex presidentes. Y veremos que relata hoy IU. Todos estos elementos los metemos en una coctelera y ¿qué nos sale? Formaciones que hacen política desde las vísceras para desgastar al adversario, sin reparar en que están erosionando la política, la verdad y el juego limpio. Eso también es corrupción.

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