El tiempo te enseña a huir de trincheras y generalizaciones. En consecuencia, me abstendré de afirmar que la Iglesia Católica es machista. Ahora bien, la jerarquía eclesiástica está dando sobradas muestras de serlo. Me preocupa relativamente que tolere la discriminación entre sexos al permitir sólo que se ordene el sacerdocio masculino. Lo que resulta inadmisible es el rol injusto que asigna a la mujer: como proyección de la Virgen María, tiene prácticamente la única misión de servir al marido y dedicarse por completo a la familia gracias a la capacidad fisiológica de concebir y dar a luz a los hijos que le otorgó Dios.
La enseñanza de la Iglesia de que los hombres y las mujeres son amados por el Señor por igual, pero reciben diferentes dones, no sólo no es discutida por los popes de la Iglesia en Andalucía, sino que es encumbrada por los regidores de algunas Diócesis. La última perla la pronunció el Vicario General del Arzobispado de Granada, Francisco Espigares, al afirmar que existen “víctimas de las mentiras de la ideología de género” y equipararlas a las víctimas del terrorismo o de las guerras. ¿Qué quiere decir este párroco?, ¿qué las mujeres no merecen la igualdad o que se inventan las denuncias contra sus maltratadores?
Podríamos relativizar las posibles respuestas a estos diabólicos interrogantes si fuera un episodio aislado o si el arzobispo granadino hubiera desautorizado tajantemente a su prelado. Pero ni lo uno ni lo otro. Llueve sobre mojado. No esperemos una rectificación de monseñor Javier Martínez, quien en 2013 afirmó que “el aborto y el divorcio promueven la violencia de género”. Así despachó la polémica generada por autorizar la publicación del libro 'Cásate y sé sumisa', una obra que ahonda en “la obediencia leal y generosa, y la sumisión” de la mujer hacia el hombre.
No sólo acotamos estas lindezas a Granada. El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, cuestionó recientemente el derecho de las mujeres a tener niños mediante fecundación in vitro, un avance médico que tildó de “aquelarre químico de laboratorio”. A renglón seguido, repitió una ecuación machista más propia del programa ‘Hombres, mujeres y viceversa’: “Cuanto más varón sea el varón, y la mujer más mujer y más femenina, mejor para todos en la casa”.
Las mujeres no se merecen esta Iglesia. Mi querida Manuela tampoco, sea o no católica en el futuro. Espero que pueda decidir en igualdad.
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